Violencia de Género Simbólica en la cultura popular


Tras la reflexión sobre la cultura de la violación y la misoginia en los cómics y película de Capitana Marvel, emergieron recuerdos sobre otras situaciones relacionadas con mi afición al contenido de acción y ficción.

Tenía entre ocho y nueve años cuando subía a mi salón con mi lonchera de los “Thundercats”, y un compañero se burló diciendo que ese dibujo era de “niños” y que yo era un “niño” o algo así, pero dejó bien en claro que no era un producto para mí como mujer y niña. Mi corazón geek empezaba a quebrarse cuando otra compañera salió en mi defensa señalando que había una mujer en los Thundercats: Chitara, y logró callar al niño, y salvar ese pedazo de mi identidad.

Aunque cada vez más mujeres jóvenes, adolescentes y niñas no solo disfrutan, sino que expresan libremente su afición por productos culturales tradicionalmente dirigidos a hombres, sus opiniones suelen ser blanco de invisibilización, crítica y mansplaining dentro de las comunidades de aficionados a estos productos como el fútbol, los videojuegos, los cómics, entre otros. En casos extremos se pone en duda de manera lesbofóbica y transfóbica su orientación e identidad sexual como fue mi caso.

Esto constituye violencia simbólica porque cada una de esas expresiones es un mensaje al resto de mujeres respecto a las formas en que debemos expresarnos, relacionarnos y a nuestro rol en la sociedad.

Las historias, juegos, deportes y películas de acción son productos culturales tradicionalmente dirigidos a los hombres porque son formas en que ellos se entrenan y/o subliman su rol de género asociado a la fuerza, el poder, la protección y la dominación. Cuando una mujer se identifica y opina respecto a estos temas se ubica por fuera de su rol de género asignado, por tanto, debe ser “corregida” y “disciplinada”, y mejor si es en público para que el mensaje llegue a otras mujeres. Es decir, se da como una manera de aleccionar y mantener la relación asimétrica entre hombres y mujeres.

En el otro lado están las historias, juegos, deportes y películas tradicionalmente dirigidos a las mujeres o feminizados, que se asocian al amor romántico, la delicadeza y rol del cuidado, o que simplemente se nos ha asignado culturalmente como el vóley, la gimnasia rítmica o el fútbol en EEUU, lo que demuestra lo aleatorio que la asignación de estos juegos puede ser según lo que cada cultura percibe o define como masculino o femenino. Incluso si una mujer es apasionada en un deporte feminizado, grita, se molesta o expresa enojo, también será aleccionada o caricaturizada por reacciones que en un hombre son alabadas.

La muñeca que inspira la película "Barbie" representa un estereotipo de belleza, pero al mismo tiempo la oportunidad de las niñas de imaginarse a sí mismas más allá del rol de cuidado y la maternidad. La película a su vez intenta reflexionar sobre todos estos estereotipos, pero pese a ello fue atacada o por ser “muy feminista” o “poco feminista”, demandándosele una mayor profundidad de la que normalmente se le pide a este género cinematográfico conocido como chic flick.

El género “chickflick” o “romántico” es el producto cultural cinematográfico dirigido a las mujeres. Las películas de este género suelen ser consideradas casi por definición como mediocres, sosas, tontas y poco originales. Estas caracterísiticas son atribuidas a quienes las consumen, es decir, las mujeres.

Queda mucho en el tintero como la violencia y acoso a las mujeres gamers, la sexualización en los uniformes de deportistas mujeres, la brokeback pose en los cómics y la representación subordinada de las mujeres en las historias, catalogado como “mujeres en el refrigerador” por Gail Simone. Ni que hablar de cómo los espacios masculinizados para comentar estas aficiones se convierten en lugares para denigrar a las mujeres, como el último episodio de un programa deportivo donde se hacía escarnio de las mujeres migrantes explotadas sexualmente.

Pero resumiendo, y a modo de conclusión, si una mujer quiere consumir un producto dirigido a los hombres es aleccionada para dejar de hacerlo, pero si consume uno creado para ellas, entonces es considerada trivial. O eres machona o eres superflua, no hay punto medio, y eso es violento.

Algunos hombres señalan que es solamente su “opinión” sin ser conscientes de su machismo interiorizado, y de cómo esto puede herir a otras personas. En palabras de una de las protagonistas de The Marvels, y una fan y consumidora de comics:

“En el instituto, tuve muchas experiencias en las que compartía mi emoción con alguien y enseguida me cerraban la boca por estar tan emocionada. No me gustaría que eso ocurriera dentro de Marvel Studios. No me gustaría que eso ocurriera también en la comunidad de fans, porque es horrible...” Imán Vellani, actriz pakistaní-canadiense.

Y es que cuando atacan a algo que te emociona, a tus aficiones, atacan a parte de tu identidad, y si el ataque es continuo puede impactar en los gustos y prácticas que son parte de la personalidad. Por eso representa una forma de violencia simbólica, silenciosa, pero peligrosa.

 

 

 

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