En la radio
del bus escuchas que un colegio particular está siendo extorsionado y pasaron a
clases virtuales. Piensas que también preferirías quedarte en casa, pero que amenacen
a tu colegio debe ser realmente feo. Tu hermanita pregunta dónde queda Comas,
le respondes de manera breve que está lejos y no se preocupe. En realidad,
tampoco sabes dónde queda.
Están en el segundo carro que tomas para llegar y mientras juegas con tu hermana a contar cuántas motos pasan, notas una humareda no muy lejos de ahí.
Una señora te pide cerrar la ventana y se queja que llevan días sin apagar ese incendio. Te dice que cuando pasen vuelvas a abrir, pero ahora no hay que dejar que ese humo entre. Le haces caso.
El tráfico
es intenso, pero falta poco para llegar, le dices a tu hermanita que guarde el
celular. Con la ventana de nuevo abierta y parados alguien podría robarles.
Estando
cerca del paradero ves que a dos asientos está viajando el chico que te gusta.
Te sonrojas un poco y apuras a tu hermanita para avanzar hacia la puerta
mientras saludas al chico. El timbre del bus está malogrado así que los tres
empiezan a gritar “¡bajan!” Pero el chofer no hace caso. Los demás pasajeros
hacen bulla, y finalmente el bus los deja dos cuadras más lejos. Deben correr
para no llegar tarde, pero tu hermanita no sigue tu ritmo ni el de tu
compañero, así que tienes que sujetarla fuerte para que no la atropellen al
cruzar la pista.
Al fin
llegan y el auxiliar en la puerta te recrimina el largo de tu falda. Le
explicas que aún no te han podido comprar una nueva… El auxiliar se agacha y
coge el final de la falda para asegurarse que le hayan bajado la basta. Tus
compañeros van entrando y ven la escena, estás incómoda, pero no quieres pelear
con el auxiliar el primer día. Finalmente te deja pasar con una advertencia.
La
formación está por iniciar. Buscas la fila de primer grado para ubicar a tu
hermanita y despedirse. Le colocas un gorro para que se proteja del sol, pero
cuando vuelves la vista, notas que la profesora se lo ha decomisado.
Suspiras y piensas que buscarás a la profesora
en el recreo, ahora debes formarte. Pasas por en medio de la fila de varones y
te silban, hacen comentarios sobre tus caderas y que les gusta tu falda. “Vieron
lo que pasó con el auxiliar”, piensas. Quieres contestar algo y defenderte,
pero empiezan a tocar el himno.
Ya en clases
la rutina vuelve. El profesor de educación física será tu tutor este año, te
sientes mal por tu amigo que no le gustan los deportes, porque ese profesor siempre
lo molesta de maricón. Intentas consolar a tu amigo y conversan al respecto
durante el recreo.
¡Casi
olvidas ir por el gorro de tu hermanita! La profesora dice que, si los demás
soportan el sol, tu hermana también y que busques el gorro a la salida.
La última
clase es de matemáticas, el sol de mediodía cae sobre tu carpeta haciendo difícil
que veas la pizarra. Pides cambiarte de sitio, pero notas que toda el aula
tiene el mismo problema porque es un agujero en el techo que no lograron
reparar. El timbre suena y el profesor no termina la clase, te armas de valor
para levantar la mano y pedir ir por tu hermanita. No te dan el permiso.
Sales
corriendo a buscar a la profesora de tu hermanita por el gorro, pero la maestra
ya se había ido. Le preguntas por su día a tu hermana y enrumban a casa.
Hoy
sobreviviste al acoso, a la mala infraestructura, al tráfico y al clima de extorsión.
Estás rodeada de violencia, pero quieres ser profesional para ayudar a tu mamá,
y por eso te esfuerzas en el colegio.
Mañana será
otro día al que deberás sobrevivir.
Solo al salir notas una gigantografía con el logo del Ministerio de Educación, que dice:
"¡Volvemos con punche!"
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