La Rodilla a la peruana


Ha trascurrido más de un mes desde el asesinato de George Floyd en EE. UU., y la ola de protestas mundiales continúan. Pese a ello, de este lado del planeta espectamos con cierto exotismo ese tipo de protestas frente a una forma de racismo que creemos (ilusamente) ajena.

 

Si no me equivoco, la última manifestación espontánea en nuestro país, en protesta por muertes a manos de las fuerzas del orden, fue en el conflicto de Bagua, hace ya cuatro presidentes y once años. Luego, el repudio al indulto navideño también movilizó nuestra indignación por la memoria de muertes ordenadas desde el gobierno.

 

I can't breathe:' Nobody died when Colin Kaepernick took a knee ...
Fuente imagen: Alabama.com
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Pero el racismo cotidiano, si no viene expresado claramente en balas como en la Curva del Diablo, no nos moviliza de la forma que vemos en el hemisferio norte.

El racismo peruano no usa balas ni rodillas para matar. No mata de manera violenta, pero tampoco deja vivir. 

Y cuando asesina, no vemos allí el racismo, o culpamos a la víctima como en los feminicidios.

 



El jurista argentino Eugenio Zaffaroni nos habla del “genocidio por goteo”. El genocidio es la eliminación sistemática o generalizada de un grupo humano. El grupo humano víctima debe tener algo en común, como la etnia, lugar de residencia, orientación sexual, etc.; lo sistemático significa que existe una estructura que permite o promueve la muerte y lo generalizado quiere decir que las muertes son múltiples. Asociamos este término a un único acto o política deliberada que a través de la violencia genera muertes masivas, como en el holocausto judío, o la conquista inglesa en EE. UU.

 

Zaffaroni llama la atención que, considerando los homicidios por inseguridad ciudadana, así como las grandes desigualdades en ingresos, desarrollo humano, deficiencias en los sistemas de salud y penitenciario, el número de muertes por año, representan un genocidio por goteo, de a pocos, y de apariencia no intencional.

 

En Perú los mapas de personas indígenas y afroperuanas coinciden con los mapas de pobreza, y de menor cantidad y calidad de servicios públicos. Ello les coloca en situación de mayor predisposición a ser víctimas de cualquier enfermedad, como el dengue, la malaria, la neumonía por friaje y la anemia, en lo rural. En zonas urbanas, además de la anemia, infecciones respiratorias y gastrointestinales, el no tener fuentes de ingreso orilla a muchos jóvenes a trabajar en condiciones de semi-esclavitud como muchas trabajadoras del hogar o las víctimas del incendio del emporio "Las Malvinas", al trabajo sexual, la mendicidad y actividades ilegales, con un mayor riesgo de mortalidad que el resto. En estos grupos empobrecidos, están también las personas con discapacidad, mujeres, madres adolescentes y población LGTBI.

 

Habría que hacer el cálculo que refiere Zaffaroni sobre las muertes asociadas a las condiciones de vida y falta de atención del Estado de estas poblaciones, y veremos si tenemos un genocidio por goteo, o quizás lo que les llega a estos compatriotas por chorreo no es desarrollo, sino precisamente genocidio.

 

Pantallazo de noticia citada en notas

El ocho de mayo del 2020, durante el estado de emergencia y cuarentena nacional, en Ventanilla, fue detenido el ciudadano Daniel Guerrero Pisconte[i] por no portar mascarilla y encontrarse en aparente estado de ebriedad. Días después, su cuerpo aparece en la playa Costa Azul e informan a la familia que habría fallecido de COVID. Su hermano Marco Antonio y familiares, con rasgos afrodescendientes y andinos, no creyeron esta versión, pues Daniel no presentaba síntomas, y en cambio tenía una lesión en la pierna que le habría impedido desplazarse los 3-4 Km del lugar de detención hasta la playa. Señalan, además, que nunca fue llevado ni a un centro de detención ni a un hospital. A partir de ello, inician las investigaciones, y la necropsia señala que la causa de muerte habría sido un traumatismo encéfalo-craneano mecánico. Razón por la que la familia sospecha de un homicidio a cargo de los policías que lo detuvieron.

 

Observé la noticia en un programa del mediodía, luego quise buscar la información para este artículo utilizando como palabras clave para el buscador “ventanilla”, “playa” “detenido”, “homicidio”, “no murió por covid”, y todas las combinaciones posibles. Tuve que revisar todos los programas de la semana pasada, pues no recordaba el día exacto que lo vi, hasta encontrar la nota. Esta invisibilización de la muerte, es parte de la discriminación y racismo sistemático. Se saluda al único noticiero que le dio tribuna, pero a diferencia de las muertes de niños o miembros de la farándula, esta nota no ha sido replicada por otros medios. No interesa, o decidieron que no nos interesa. Sabemos quien fue George Floyd porque las personas reaccionaron, no sabemos de Daniel Guerrero, porque su hermano sigue solitario buscando justicia. Los medios de comunicación reflejan y a la vez deciden qué muertes importan en nuestra sociedad.

 

Lo mismo con el caso de Sabina Grobas Hilares,[ii] comerciante independiente, cuya familia tiene rasgos y acento andinos, que fue atropellada por un policía sin brevete. Este caso es particularmente ejemplificador, pues, aunque el hecho fue transmitido en vivo y a siete días del homicidio de Floyd, no ha habido un seguimiento mediático. En cambio, el hecho que se encontrara huyendo de las fuerzas del orden municipales por ejercer la venta ambulatoria en estado de emergencia, pareciera haber justificado su muerte… “¿qué hacía allí”, “¿por qué transgredió el estado de emergencia”. Claramente su situación económica y la falta de atención del gobierno la orillaron a buscar una forma de sustentarse, que a su vez la llevó a huir protegiendo la mercancía que le podría permitir salvar a su familia del hambre. No murió violando las leyes. Murió tratando de salvar a su familia.

 

La rodilla a la peruana que no deja respirar es una combinación de desatención y represión estatal, enmarcada por la indiferencia de la sociedad y los medios de comunicación, que o bien ignoran o justifican estas muertes, e incluso cuando se solidarizan, son incapaces de observar la estructura detrás, una estructura que como dice Zaffaroni, crea un enemigo, un perro del hortelano o un enemigo al desarrollo, o a la salud pública en pandemia, y luego justifica la muerte de ese enemigo.

 

  

 

 [i] Fuente noticia de Daniel Guerrero Pisconte: https://www.facebook.com/LatinaNoticias.pe/videos/90-digital-22-de-junio-2020/299856511424617/ Minutos 49:43 a 60:00.

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