Otro túnel para Polay e impunidad para la comunidad LGTBIQ+

Hace apenas siete meses, en octubre del 2023, diversos personajes mediáticos y de la política peruana se escandalizaban porque la CIDH admitió a trámite un pedido del emerretista Víctor Polay sobre sus condiciones de encarcelamiento. Si bien la CIDH no ha dictaminado aún, el caso sirvió para develar que Polay cumplirá su condena en dos años.

¿Por qué su condena es menor a la de su equivalente Guzmán que fue sentenciado a perpetua? Tal vez se deba a los vínculos políticos del antes aprista Polay, que casi al final del primer gobierno de Alan García logró escapar de prisión a través de un túnel en el Penal Castro Castro, continuando con su actividad terrorista hasta ser capturado nuevamente en 1992. Lamentablemente, la falta de garantías de su juicio le permitió apelar la sentencia a cadena perpetua, y el 2008 fue condenado a 35 años. Tomando en cuenta el tiempo previo de carcelería, saldrá libre el 2026.

Al igual que otros cabecillas terroristas no mostró nunca arrepentimiento por su responsabilidad en el asesinato de unas 16 mil personas acorde a los cálculos de la CVR[1].  Ni de otras acciones terroristas del MRTA durante el conflicto armado interno como fueron atentados a bienes públicos y privados, asaltos, el secuestro de personas en condiciones infrahumanas y la toma de la casa del embajador japonés.

Paralelamente, las organizaciones de la comunidad LGTBIQ+ vienen documentando hace años los casos de crímenes de odio perpetrados por esta organización terrorista. Siendo el más sólido desde la perspectiva legal, la masacre de las Gardenias en Tarapoto, donde los terroristas del MRTA incursionaron en una discoteca gay, secuestraron a ocho personas y las ejecutaron delante de la población civil. Estos hechos ocurridos el 31 de mayo de 1989 fueron reivindicados por el grupo terrorista en el Semanario Cambio, y era parte del accionar permanente de los emerretistas llamados “limpieza social” desde una evidente perspectiva homofóbica y transfóbica.

Esta era una práctica recurrente del MRTA, el caso está plenamente documentado y con múltiples testigos. Por ello, el 2023 la Fiscalía abrió investigación a siete emerretistas, incluyendo a Polay por los presuntos delitos de homicidio calificado y terrorismo agravado. Aunque los tipos penales son los mencionados, se debe precisar que debido a su gravedad y contexto constituyen crímenes de lesa humanidad, a la vez que crímenes de odio.

De esta manera, no solo se buscaría justicia para las ocho personas asesinadas, sus familias y la comunidad LGTBIQ+, sino que, de ser hallado culpable, se extendería el tiempo de carcelería de este sociópata, para tranquilidad de toda la sociedad peruana.

Sin embargo, el Congreso de la República le está construyendo un nuevo túnel a Polay. El pasado 06 de junio aprobaron una norma que busca limitar la aplicación y los alcances de los delitos de lesa humanidad. La norma, concebida como una nueva ‘Ley de amnistía’ plantea eximir de responsabilidad a procesados por delitos de violaciones de derechos humanos, que constituyen crímenes de lesa humanidad[2].

Los congresistas argumentan que la norma busca “reivindicar” a militares y policías octogenarios que podrían estar siendo juzgados por delitos cometidos hace más de 20 años, y por tanto supuestamente prescritos. Como no pueden especificar que la norma está dirigida a un tipo de imputados porque sería inconstitucional, la fórmula usada queda abierta para beneficiar también a civiles, como Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori, por un lado; pero también a cabecillas terroristas.

Cabe resaltar que, si han pasado tantos años, y estas personas deben afrontar sus crímenes en la vejez, es porque durante más de 20 años se dedicaron a obstaculizar la justicia, con leyes de amnistía, desaparición de cadáveres y diversas triquiñuelas legales. De haber cooperado, tal vez a estas alturas ya habrían pagado su deuda con la sociedad.

Otra razón por la demora en los enjuiciamientos es la discriminación por género institucionalizada, por la que como sociedad tardamos en tomar conciencia de la gravedad de crímenes como las esterilizaciones forzadas y el asesinato de personas gays y trans, precisamente dos casos que podrían quedar en la impunidad.

Es justamente por la forma en que afectan a la sociedad estos tipos de crímenes, que existe un consenso internacional que reconoce su imprescriptibilidad, es decir no importa cuándo fueron cometidos, si antes o después del 2002, o si antes o después de los juicios de Nuremberg a los nazis. La comunidad internacional de la que somos parte demanda que estos hechos sean juzgados para garantizar los derechos a la justicia y a la verdad, y evitar que se repitan. Pero a nuestras clases política y dirigente no les importa cuántas veces más se deban repetir este tipo de tragedias.

Si la secretaria / sirvienta del Congreso, la señora Boluarte promulga la ley, nada impedirá que Polay, así como otros emerretista y senderistas busquen acogerse a ella.

Después no digan que fueron los caviares quienes los liberaron, porque fueron 60 fujimoristas, perulibristas, acciopopulistas, acuñistas, castillistas y “porkistas”[3].



[1] La CVR estima que el 24% de las víctimas corresponden al MRTA y otros agentes, siendo el total de víctimas estimado por la CVR de 69280, el 24% equivale a 16627 personas. Fuente: CVR (2003) Anexo 2: ¿Cuántos peruanos murieron? https://cverdad.org.pe/ifinal/pdf/Tomo%20-%20ANEXOS/ANEXO%202.pdf

[3] Fuente: https://elcomercio.pe/politica/actualidad/congreso-que-legisladores-votaron-a-favor-de-ley-que-abre-las-puertas-de-la-impunidad-noticia/

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