Pon una cara feliz


Pon una cara feliz
La frase de la taquillera película El guasón, aunque ambientada hace algunas décadas refleja la actual compulsión por la felicidad. Señalo compulsión en el sentido que nos esforzamos cada vez más en mostrar una felicidad en nuestras interacciones físicas y virtuales, que no siempre es real, pero seguimos ese mandato de "poner una cara feliz"


La semana pasada fue el Día de la Salud Mental, y la mayoría de los mensajes iban dirigidos a las personas que puedan estar pasando alguna afectación en su salud mental a pedir ayuda, a no sentir vergüenza, a seguir terapia, entre otras recomendaciones que al final le terminan responsabilizando de manera individual por su situación.

Algo común a toda afectación mental, emocional, cognitiva, psicológica o como le querramos llamar, es la soledad desde que se la enfrenta. El dirigir los esfuerzos de sensibilización solamente a la propia persona, puede ser contraproducente, en tanto refuerza esta sensación de aislamiento y de responsabilidad individual. Otros comentarios iban dirigidos a la necesidad de una politica pública estructurada, basada en evidencias, con metas y presupuestos claros, retomaré el punto al final, pero ahora quiero llamar la atención sobre el gran elefante en el salón del que nadie habla: El estigma.

El estigma es uno de los causantes directos del aislamiento que caracteriza el afrontar una depresión, una ansiedad, un estrés postraumático, un transtorno del espectro autista, una psicosis, un transtorno de la personalidad, una demencia senil, una esquizofrenia, un transtorno alimenticio, una fobia, un transtorno obsesivo compulsivo; y otros más sobre los que conocemos poco y que solemos confundir.

El estigma genera silencio y desconocimiento sobre las diferentes afecciones, retrasando e incluso impidiendo el diagnóstico y tratamiento certero y oportuno. Es mayor muchas veces el temor al ser segregado, que a las consecuencias de lo que sentimos nos ocurre en nuestro interior. Además, el estigma impide conocer la historia y posibles antecedentes familiares que ayudarían al tratamiento, y genera rupturas familiares con el presente y el pasado, creando nuevas tensiones que redundan negativamente en la salud mental.

Se requiere enfocar energías y desarrollar acciones y campañas dirigidas a combatir el estigma. Debemos aprender que no siempre todas las personas pueden expresar felicidad porque no se sienten así, aceptando que algunas personas tendrán dificultades en transmitir sus pensamientos, distinguir sus emociones, tendrán arrebatos, gritarán, llorarán o reirán cuando no sea oportuno, pero no les hace "locas", menos capaces o profesionales, sino que hay que dar el espacio para canalizar lo que puedan estar atravezando. Implica manejar el miedo cuando caminamos por la calle y nos cruzamos con una persona enferma mental que habita allí. No todas las personas con problemas de salud mental son violentas, y quienes lo son, no lo son de manera aleatoria, hay una causalidad, y por tanto una oportunidad de controlar dichos impulsos.

De otro lado, no todas las personas que son violentas, incluyendo ladrones, asesinos,  violadores y feminicidas tienen un padecimiento grave a su salud mental, la mayoría es consciente de sus acciones, y tiene los mismos niveles de estrés, ansiedad que nuestros compañeros de trabajo, pero deciden de manera conciente enfrentarlos por la vía violenta. Muy pocos padecen una disociación de la realidad o alucinaciones que los llevan a actuar de esa forma. Por ello la insistencia es que se responsabilicen de sus actos, y dejar de llamarles coloquialmente "enfermos". Requieren un tratamiento, pero igual que muchas otras personas que enfrentan sus transtornos y padecimientos sin tomar la decisión de lastimar a otros.

Una política pública de salud mental debe partir de un sinceramiento de las afecciones más comunes en nuestro país, considerando las secuelas del conflicto armado interno, de los conflictos sociales y la inseguridad ciudadana. Debe garantizar tanto el tratamiento farmacológico como el terapèutico, reconociendo el rol de las psicólogías como el profesional eje para la prevención, promoción, detección, atención y recuperación de la salud mental, en alianza con la psiquiatría, el trabajo social, la antropología, las comunicaciones y las disciplinas de psicoterapia psicoanalítica, sistémica, gestaltica, conductuales, así como el reconocimiento de prácticas y saberes ancestrales de nuestros pueblos originarios en el cuidado de la salud mental, incluyendo cantos, rituales y uso de plantas medicinales.


Esta política pública requiere de la articulaciòn con las comunicaciones también para el diseño e implementación de una campaña que combata el estigma, y no solo permita a las personas pedir ayuda sin temor a ser juzgado, sino que comunidad les demos un sooporte para la continuidad en su tratamiento y que no sienta aún más estrés porque hoy no pudo poner una cara feliz.

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