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En la vida como en la política y el arte hay escenas que solo se
aprecian en su real dimensión a distancia. Así, lo que de cerca parece una
superposición desordenada de grupos o puntitos en disputa, para las mafias es
la configuración del enemigo en un cuadro impresionista.
En la izquierda actuamos como esquimales, diferenciando decenas de tonalidades
de blanco (o rojo), en tanto la derecha siempre ha sido daltónica. Por eso,
mientras discutimos si Villarán es blanco humo o está fuera de los blancos, a
ellos les basta con saber que no es de los suyos para rechazarla.
Villarán no ha hecho una gestión de izquierda. Ha hecho obras (duela a
quien le duela), pero no se necesita ser de izquierda para hacerlas. Ha hecho
obras y NO ha robado, y no debería necesitarse ser de izquierda para no robar.
En suma, les ha “maleado” el negocio a la mafia y eso es lo que no le perdonan.
Sostengo que este gobierno no ha sido de izquierda porque de haberlo sido
habría previsto mejor los impactos del traslado de La Parada y la Reforma del Transporte.
Ambos emblemáticos y necesarios, con los que tal vez pase a la historia; pero
concebidas
desde la clase media, y no desde esa clase “sobreviviente” que es la mayoría en Lima.
desde la clase media, y no desde esa clase “sobreviviente” que es la mayoría en Lima.
Seguramente había mejores formas de enfrentar estos comicios, de establecer
alianzas y regidores, pero difícilmente otro candidato con mejores opciones que
alguien que ya es conocido. Reemplazarla hubiera significado ante la ciudad reconocer
su “incapacidad”, lo que en boca de la derecha mediática significa la “incapacidad
de la izquierda”; porque, reitero, para
la derecha si tiene pico de pato, patas de pato y pone huevos, es un pato,
aunque para nosotros sea un ornitorrinco.
Ya no interesa quién dijo qué, quién traicionó a quién, qué adjetivos
se utilizaron… un duelo normalmente dura novena días, ese tiempo ya pasó, ahora
toca mirar adelante que significa sortear dos batallas: Vencer el “roba pero
hace obra” y evitar que le den una
paliza a lo que la derecha, ese “otro”, ha nombrado “izquierda”, porque esa
concepción es la que han logrado instalar los medios en el imaginario de la
mayoría, para bien (la izquierda existe) o para mal (no es la izquierda que
queremos).
El 2010 todo mundo daba por sentado que yo iba a votar por Susana y me tuvieron
podrida hasta las 3pm pidiéndome que sea personera, después de ver hasta en la
sopa las chalinas verdes y los pines de pick-badges en el Facebook cual limones
en remate. ¿Dónde se fue todo mundo? ¿Ya no viven en Lima? Villarán se salió
con la suya, sí, ¿hasta cuándo durará el duelo? Seguramente merece un castigo, pero
no seamos sus verdugos, la cola desde Alditus hasta Orión para pegarle es más larga
que la del corredor azul en hora punta. La verdad Villarán jugó al todo o nada
con la reforma y sus alianzas… y sabemos lo que pasa con las apuestas.
No votes por Susana, no le hagas campaña, yo tampoco lo haré. Yo votaré
para defender ese imaginario incipiente de la izquierda, porque así, gaseoso,
efímero, irreal, es más de lo que nos dejó Fujimori, y porque si lo llenamos de
contenido será nuestra principal arma para el 2016, para recordarles que la
izquierda sí existe. Es tiempo de politizar esta campaña y trascendernos a nosotros mismos, ya no
por la ciudad como en la revocatoria, sino por el país. La batalla tal vez esté
perdida, pero no la guerra.
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