Matar A Un Gato


Matar A Un Gato
(no es matar a un ruiseñor, pero se le parece)
Las últimas semanas se ha desatado una polémica por la sobrepoblación de gatos en el Parque de Miraflores; lo cierto es que esta situación lleva ya varios años, y se viene implementando una estrategia para enfrentarla con campañas de adopción, desparasitación y esterilización, en la que el Señor sacerdote Alfonso Berrade no ha colaborado.
Existen opiniones encontradas, hay muchos vecinos y comunicadores que apuestan porque la DIGESA se los lleve al antirrábico para sacrificarlos, cuando la culpa no es de los felinos, sino de los humanos que abandonaron y no esterilizaron a sus mascotas. Pero la lógica de la salida fácil, evadiendo una responsabilidad colectiva no se aplica exclusivamente a gatos, también a humanos.
Matar un gato es la vía fácil para no detenernos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo bien o mal. En nuestra historia reciente, hemos matado muchos gatos sin darnos cuenta o sin importarnos realmente. Matamos gatos con indiferencia 20 años durante el conflicto armado interno, matamos gatos que salían a protestar contra alguna empresa, matamos gatos al condenar a mujeres a morir en abortos clandestinos, matamos gatos al negarle la posibilidad de reinsertarse a alguien que ya pagó su deuda con la sociedad, matamos gatos al desatender durante siglos a nuestros pueblos afroperuanos e indígenas. Matar un gato es la expresión del dicho “muerto el perro, muerta la rabia”, frase que existiendo vacunas antirrábicas debiera estar hoy abolida y remplazada por “vacunado el perro, muerta la rabia”.
Nuestra poca valoración por la vida, la desidia en la reflexión y la incapacidad de asumir responsabilidades individuales y colectivas como personas, sociedad y especie, nos hacen validar el exterminio como una alternativa para solucionar los problemas que nosotros mismos creamos.

No se atienden casos de derechos felinos
La tradición judeo-cristiana en el primer libro de las escrituras consideradas sagradas, esto es, el Génesis de la Biblia, señala que Dios, Yavé al crear al primer hombre (Adán) le encarga el cuidado de todas las criaturas, luego el mensaje de protección de los animales se va reiterando, y quienes son considerados santos suelen tener historias de amistades con diversos animales. La religión católica, al igual que muchas religiones, se centra en el respeto a la vida como base de su prédica, entendiendo además la vida como algo más que lo terrenal y lo humano.
La lamentable actitud del sacerdote miraflorino, no solo expresa una contradicción personal con los principios de la religión que predica, sino que es una contradicción que se viene expresando en una institución que después de dos mil años necesita algunos cambios internos, y recuerda otras expresiones lamentables sobre la vida humana de otros representantes de la iglesia católica.
No es exacto que uno pueda tener una valoración diferente frente a los animales que respecto a las personas, eso lo saben bien los que entrenan a combatientes y torturadores, como los profesionales de la salud mental. La insensibilidad frente al dolor animal es un paso previo para la insensibilidad al dolor humano, por ello todos los psicópatas, asesinos en serie, descuartizadores tienen historial de haber torturado a animales y experimentar observándoles sufrir, por ello, suelen incluirse en los entrenamientos de futuros torturadores o miembros de grupos terroristas y paramilitares, actos de crueldad con animales antes de pasar a la acción. Por ello, no debemos pasar por alto toda acción o prédica que apunte contra la vida de animales.
El amor a nuestros hermanos menores como les llamaba Francisco de Asís, es algo que nos acerca a ser más empáticos, tolerantes, mejores personas,  más humanos.

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