Las Familias de los Victimarios


- ¿Te imaginas ser hijo de Martin Rivas?



“Tu papá está trabajando defendiendo el país” Es lo que la esposa de un militar o policía dice a sus hijos para explicar la ausencia del padre, mientras este se encuentra de servicio. Pero ¿qué pasa en esa familia cuando por las órdenes que recibe, por el régimen gobernante que lo ampara, realiza abusos, crímenes, asesinatos que luego deben ser juzgados?


No existen dudas respecto de que quien comete crímenes de guerra debe ser juzgado, sentenciado y cumplir su condena, pues su involucramiento en dichos actos fue una decisión tomada libre y concientemente. Por ello es que actualmente se está enjuiciando a muchos militares y ex – militares que durante el periodo del conflicto armado interno en el Perú cometieron diversos y graves crímenes de lesa humanidad: matanzas, desapariciones, tortura, violencia sexual. Las víctimas y sus familiares merecen conocer la verdad y acceder a la justicia sin importar cuántos años hayan pasado… y han pasado tantos años debido a un mal entendido espíritu de cuerpo, y por regímenes poco democráticos o dictatoriales que se empeñaron en garantizar la impunidad.


Pero, si durante tantos años, nadie hizo nada contra estos señores, si durante todo este tiempo su institución incluso los trató como héroes, con reconocimientos y condecoraciones de las cuáles han sido partícipes sus familias, sus niños. Aquellos niños, hoy jóvenes, ven en los diversos medios de comunicación las acusaciones y son punto de curiosidad, cuestionamiento e incluso sarcasmo en sus círculos de amigos, estudio y trabajo. Pero no son solo comentarios, son también las pruebas públicamente conocidas que revelan la verdadera conducta de sus padres, de sus otrora “héroes”. Aquellas esposas y madres, tal vez sabían la verdad y hoy deben mantener por fuerza la mentira, o de otro lado, tal vez desconocían lo que realmente hacían sus esposos y hoy deben enfrentar la misma disyuntiva que sus hijos: ¿justificar o aceptar?


Aceptar la verdad, aceptar que aquel héroe no era tal, que vivieron diez, quince, veinte años en una ilusión o mentira, implica también asumir una posición frente a los hechos: ¿renegar o perdonar? Renegar del padre, del esposo, por un hecho que no les consta directamente, que no les ha afectado directamente sino hasta ahora puede ser percibido como desproporcionado. El perdón en cambio supone un proceso mucho más largo y lento, imposible de efectuar sin aceptar antes lo doloroso, lo dañino, lo perverso de la verdad. Ante estas disyuntivas, no debe extrañar entonces, que muchos familiares de victimarios prefieran justificar o incluso el negar la verdad que intenta abrirse ante sus ojos. Justificación y negación que en sí parece una salida salomónica y poco conflictiva, pero que deja abiertos temas de fondo y que crean un mal precedente en la moral de cada uno, se convierte en una concesión consigo mismo, con su super-yo (dinámicamente hablando) que luego puede repetirse.


Es preciso resaltar que esta difícil situación que deben afrontar las familias de los militares y policías involucrados en la ejecución de crímenes de lesa humanidad, son justamente una consecuencia más de la decisión tomada por estos agentes al momento de disparar, torturar o violentar a una persona, violando los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Ahora, lícitamente se quejan del mal momento, la pena, la vergüenza y la incertidumbre que debe pasar su familia, pero ello no es culpa ni de las víctimas ni de las organizaciones que las defienden, es responsabilidad de cada uno de ellos mismos, de sus superiores, pero sobre todo de los responsables políticos de ese entonces. Es posible señalar entonces que, las familias de los victimarios son también víctimas de la violencia de estado, víctimas que no reciben la atención debida del Estado y que rechazan la ayuda que podrían darles los organismos no gubernamentales.

Nota: Imagen original de Carlin para el diario La Republica, tomada de http://www.larepublica.com.pe/content/view/208430/

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