El Paraiso de las Magnolias III

Paykuna
Sobre el contexto, y a propósito de las relaciones comunidad-minera, considero que los principales errores que suelen cometer estas empresas son:
1.- Pretender que las comunidades se amolden a su pensamiento occidental-empresarial y a sus tiempos, en vez de entender la lógica de la economía rural y el ritmo de toma de decisiones de las otras personas.
2.- Implementar estrategias de negociación muchas veces desesperadas, generando expectativas incumplibles (v.g.: trabajo), para cumplir con sus plazos.
3.- Desinformar a la población y gobernantes respecto a sus actividades, costos y beneficios, evitando que la comunidad quien haga su propio balance.
4.- Basarse en informaciones inexactas sin cruzar información para la toma de decisiones.

Por su parte, los pobladores muchas veces pecan de:
1.- Ilusionarse fácilmlente con las promesas, sin hacer un análisis apropiado.
2.- Dejarse llevar por envidias y conflictos personales y familiares perdiendo la unidad como arma de negociación.
3.- No buscar una asesoría adecuada, técnicamente eficiente y acorde a sus intereses al momento de negociar con las mineras.
4.- Por lo general sus capacidades de organización, comunicación y vigilancia están debilitadas.

Dejo de lado los temas de corrupción, conflictos de intereses, despreocupación por el medio ambiente, lobbies y presiones internacionales, juegos políticos y partidarios, por ser estos problemas de orden estructural que afectan el quehacer nacional en su conjunto (e incluso el latinoamericano, y por qué no, mundial), y no son exclusivos a la cuestión de las mineras que intento tratar en esta parte...
(terminará...)
5:08 PM Agregar un comentario Enviar un mensaje Vínculo permanente Ver vínculos de referencia (0) Agregar al blog
El Paraiso de las Magnolias (III)
(...continuación)

Noqanchis
El trabajo que realizamos, consistía en brindar apoyo emocional a 16 familias reubicadas que aparentemente no habían podido elaborar en forma saludable su duelo por la venta de sus terrenos. Pero qué hacer cuando el cliente no es tal, es decir, cuando no buscan tu ayuda, cuando ni siquiera entienden el tipo de ayuda ofrecida o el idioma en que les hablas. En muchos casos el periodo de sesiones culminó cuando las familias recién empezaban a comprender para qué íbamos a visitarlos. En otros, las familias evadían la intervención. El psicoanálisis permite una lectura que para mí es facilista: interpretar como resistencia. Me rehúso a emplear esa lectura, creo que el error estuvo en nosotros, en plantear la intervención inicialmente con un enfoque clínico cuando estábamos ante un problema social.
La segunda etapa -que consistió en talleres a miembros de las familias afectadas y a líderes- debió ser la primera, si no la única, y las atenciones de corte clínico a las familias un complemento, de preferencia solicitud de los beneficiarios.
Por el orden en que se llevó a cabo el proceso, quienes ejecutamos los talleres, nos enfrentamos con el descrédito producto de la incapacidad de establecer empatía de alguna colega. De habérsele otorgado más recursos (tiempo, transporte y planeamiento) a esta actividad, se hubiera potenciado las capacidades organizativas, autogestionarias e incluso de incidencia en los miembros de la comunidad. Pero quizá eso hubiera sido cuestionado por C.M.A., quien financiaba el proyecto a través de su oficina de Relaciones Comunitarias.
La feria informativa de consejería como acción de cierre fue una buena idea, ejecutada parcialmente. Se llevaron profesionales que dieron una orientación adecuada, pero también a quien no tenía un rol u objetivo definido en beneficio de la comunidad. Se contó con asistencia masiva, pero no se garantizó adecuadamente la participación de nuestra principal población objetivo: las 16 familias.

Noqa, qan, pay
Inicié esta reflexión con las lecciones aprendidas sobre los conflictos internos del equipo y del conflicto minera-comunidad. Debo señalar ahora que todos tuvimos interiormente el conflicto: ¿Quién y hasta qué punto tiene razón: “mi familia reubicada” o “la minera que me paga”? Esta interrogante podría traducirse en el dilema: ¿Procuro el beneficio para terceros o para mí mismo? Por supuesto que lo políticamente correcto es decir que es para otros; sin embargo, muchos al final, resolvieron el dilema por la segunda alternativa...

¿Imayna?
Viéndolo así, era poco probable que lográramos un efecto en los grupos humanos con los cuales trabajamos entonces.
Y es que si queremos realizar una transformación social a través de un grupo de trabajo, el grupo debe transformarse a sí mismo, convirtiéndose en un equipo con una visión y valores compartidos, con confianza mutua y adecuado manejo de los intereses individuales, que no pueden ser ignorados, ni tampoco velados tras una falsa careta de Madre Teresa.

La vieja y sabia frase de “empezar por uno mismo” sería la moraleja de esta historia.

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