Mensaje con cinismo

 

Cinismo: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.” (Real Academia de la Lengua Española)

 

Desde la psicología se ha buscado describir el comportamiento “cínico” desde tres enfoques: como rasgo de personalidad, como un síntoma del síndrome de burnout y el actitudinal[1]. Los dos últimos corresponden principalmente al área laboral y buscan explicar tipos de lazos con el trabajo caracterizados por la desconfianza, la hostilidad y la desvinculación emocional con la organización.


Lo que interesa en esta ocasión es analizarlo como un rasgo, o comportamiento consistente. Definido así, alude a personas con sentimientos de desilusión y frustración, que perciben al resto como deshonestos o malévolos, desconfiando de las demás personas, de los principios o ideologías, como también de las convenciones sociales e instituciones, a las que no sienten la obligación de respetar. En otras palabras, implica dudar de la sinceridad y la bondad de los demás y, por extensión, de las normas y los valores sociales y éticos que compartimos. Esa duda no solo genera desconfianza, sino que a menudo se acompaña de desprecio y pesimismo acerca del entorno y los demás, lo que algunos denominan “cinismo hostil”.

La desconfianza es un comportamiento que se aprende a menudo como respuesta frente a un engaño o desilusión por no conseguir algo anhelado, o que la persona creía merecer. Algunos datos que nos van revelando estudios periodísticos, reflejan que Boluarte no la tuvo fácil, y que también le cuesta desprenderse de aquellos logros que alcanza, incluso si es por un bien mayor.

Pero el cinismo también se refiere a la persona que de manera consistente se vale de la simulación o el fingimiento moral como estrategia para conseguir o mantener el poder[2]. En contraparte, y adentrándonos en la perspectiva política, se emplea el término de “cinismo político” para describir el desencanto o desafección de la ciudadanía hacia la política y los gobernantes. La literatura[3] sugiere tres elementos que motivan el cinismo político: (a) sentimiento de incapacidad de influir en la política; (b) desconfianza hacia la política en general, las instituciones y los actores políticos que lo conforman y (c) percepción generalizada de que el sistema político es débil, injusto y/o ineficiente. Esto, en nuestro contexto se incrementa por la corrupción, ineficiencia, y por autoridades (congresistas, ministros, alcaldes) que presentan la misma desconfianza en la institucionalidad, y que lo manifiestan al querer transformar a su medida instituciones, como la Sunedu, el Tribunal Constitucional, el JNE  y la ONPE.

Respecto a la personalidad de Boluarte, ya había descrito la probable presencia de rasgos narcisistas (que busca la autocomplacencia) y rasgos sociopáticos (ausencia de empatía y sentimiento de culpa), que, aunque poco comunes en mujeres, son frecuentes en dictadores. Desde una perspectiva de género, podría decirse que esta diferencia se asocia con los comportamientos esperados en hombres y mujeres, que es lo que hace más frecuente estas desviaciones de la personalidad en quienes tienen asignado el rol del poder en la esfera pública.

El mensaje a la nación del 28 de julio reafirma la hipótesis sobre la presencia de estos dos rasgos y agrega uno más:

· El narcisismo de oír su propia voz durante tres horas, aunque nadie le estuviera prestando realmente atención, y pese a la ciudadanía protestando contra ella en las calles.

· La sociopatía de no sentirse por los 45 peruanos asesinados con proyectil de arma de fuego, el policía asesinado por otro excompañero y los 6 militares que se ahogaron siguiendo una orden. Todos hechos que son su responsabilidad política como jefa de estado, y no de su exjefe y predecesor hoy en la cárcel.

· El cinismo al mentir sobre hechos comprobados (ver fact-checkin) y defender los actos punibles de su gobierno y de sus aliados, así como de presentar como propuesta para el país un mamotreto de setenta páginas que no revela ningún rumbo, excepto la permanencia en el poder por el poder (y por la repartija).

En el comportamiento cínico, la persona es perfectamente consciente de su realidad y de sus mentiras, pero las expresa como parte de su desconfianza y menosprecio a las demás personas, a la institucionalidad, a la sociedad y sus normas.

El Perú ha tenido mandatarios narcisitas y sociópatas, pero este nivel de cinismo, no es solo un rasgo de personalidad, sino el cúmulo de una actitud (colectiva) hacia la política. Este estilo vive y se alimenta del desprestigio de la participación y del sistema democrático, por ello su mayor amenaza son las manifestaciones de democracia radical y participación ciudadana. 

La actoría política de las personas subalternizadas es su criptonita, y por eso se refugia en la oferta de dádivas y obras, necesita retornar a la relación clientelar para sobrevivir. 


Caerá.

 



[1] Didier Pino, N., Martí del Campo, A., y Valdenegro Ibarra, D. (2012). Manejo del Cinismo Organizacional: la oportunidad del Líder. Revista Iberoamericana de psicología5(2), 7–16. https://doi.org/10.33881/2027-1786.rip.5201

[2] Gozálvez, V. (2008). Cinismo y sociedad de la información. Quaderns de filosofia i ciència, 38, 107-114. En: https://www.uv.es/sfpv/quadern_textos/v38p107-114.pdf

[3] Janos, Erika, Espinosa, Agustín, & Pacheco, Manuel. (2018). Bases Ideológicas de la Percepción del Sistema Normativo y el Cinismo Político en Adultos de Sectores Urbanos del Perú. Psykhe (Santiago), 27(1), 1-14. https://dx.doi.org/10.7764/psykhe.27.1.

Comentarios

Elsa ha dicho que…
Excelente escrito y bien sustentado las rasgos narcicista, sociopata y cinica. Abrazos Candi..!!
Elsa ha dicho que…
Gracias por el escrito querida Candy, mucho por hacer..!