Cuando llueve, no todos se mojan

Un ciclón, un fenómeno climático, el calentamiento global… las causas hallarán su respuesta objetiva desde las ciencias naturales, pero las consecuencias tienen su explicación en las ciencias sociales.

Las intensas lluvias en la franja costera afectan de manera desigual a peruanas y peruanos segmentados previamente por su condición económica, tipo de trabajo, etnicidad y capacidad de previsión de sus indolentes autoridades.

Los primeros desbordes nos muestran claramente un patrón: comunidades rurales y periurbanas, personas empobrecidas, actividades productivas desprestigiadas y de ingreso cotidiano como las agrícolas, manufactura y micro comercio, personas pertenecientes al pueblo afroperuano y mestizas descendientes de indígenas.

Los fenómenos naturales son parte de la vida en este planeta, existen registros de su ocurrencia desde las primeras civilizaciones en nuestro territorio, y suelen considerarse como una hipótesis que explique la decadencia de estas civilizaciones, a pesar que muchas contaban con medidas de prevención como canales y una adecuada distribución de las ciudades.

Hoy, la falta de previsión, la corrupción, pero también la exclusión, la invisibilización y la postergación producto del clasismo y racismo estructurales generan mayores daños en unos lugares y a algunas poblaciones en particular. Por ejemplo, en Tumbes 10 de los 11 distritos considerados en el mapa geoétnico del pueblo afroperuano han sido declarados en emergencia, en el caso de Piura, son 39 de 45 distritos afectados y en La Libertad alcanzan a 45 de 66 distritos los considerados en el primer decreto que declara la emergencia (DS N° 029-2023-PCM).

No en todos lados se han desbordado aguas servidas, no en todos lados se han derrumbado casas de paja, madera y adobe (sin mencionar la razón por la que diversas personas viven en esas condiciones). Tampoco en todos los lados afectados se han caído puentes, se ha cortado la energía eléctrica, aunque inexplicablemente sí en todos lados se ha suspendido el inicio de clases en escuelas púbicas. Perjudicando así a miles de niños y niñas que ya tienen retrasos en sus aprendizajes por las pandemias, con una medida que responde más a la falta de previsión que al riesgo y vulnerabilidad real en ciudades como Lima.

Este desastre llega seis años después del último, en el que se prometió no solo una reconstrucción, sino cambios. Ni reconstrucción, ni cambios. Solo destrucción, y los únicos cambios son los rostros de los personajes políticos que emplean el poder para beneficio personal.

¿Qué hizo el actual gobierno cuando Dina era ministra y ahora qué es presidenta para acelerar las obras que se requerían en el norte?

Muy fotogénica recorriendo las inundaciones, pero como vicepresidenta y hoy como presidenta no se ocupó de estas necesidades… Las lluvias no iniciaron recién en el país, ya hubo un pueblo, San José de Los Molinos, arrasado por un huayco. Pero la presidenta parece más ocupada en reprimir a quienes rechazan su gestión, que en atender las demandas sociales que ella misma pide atender.

 

Comentarios

Elsa ha dicho que…
Siempre atinada mi querida Candy. En los actos de la presidenta Dina, estan reflejados sus reales intenciones.

Abrazos y sigue escribièndo..!