Ni brujas ni princesas

En los diversos relatos tradicionales, las mujeres suelen ser encajadas en dos arquetipos: el de la malvada bruja o el de la inocente y el de la cándida víctima/princesa, que con la actuación del héroe/príncipe logra su final feliz... o ella misma podrá defenderse si es que no fue ella quien atacó primero.

El héroe/príncipe debe quedarse con la inocente princesa, y si él estuviera con la bruja, seguramente será efecto de alguna manipulación o engaño. También el héroe/príncipe tiene un villano en contrapartida, pero ese villano usará la fuerza para lograr su cometido.

En la vida real no existen esos arquetipos perfectos, y aunque lo sabemos, cuando aparece algún caso mediático, buscaremos hacerlos encajar en uno o en otro. Me centraré en los arquetipos femeninos a partir de estas líneas.

Si una mujer es víctima, no puede haber ninguna sospecha sobre ella, su comportamiento debe de ser inmaculado, una niña inocente que se cruza con un super villano malvado y requiere de un héroe fuerte que la rescate. Si se ha defendido, si ha cometido errores, ya no es la víctima perfecta. Solo puede defenderse después de finalizado el ataque. Por eso la sociedad, interpretada en las redes sociales, los medios de comunicación, autoridades, líderes de opinión y tomadores de decisión, escrutarán sobre la pureza e inocencia de la víctima.

Pero las víctimas reales no provienen de un cuento de hadas. Las víctimas reales tienen distintas formas de responder cuando se sienten atacadas, y no siempre serán respuestas asertivas, pueden ser violentas, manipuladoras, exageradas y crueles.

¿Es proporcional empezar a soltar canciones con indirectas e invadir el espacio profesional de tu ex por el daño emocional causado por una infidelidad? No, pero muchos celebran la venganza, convierten a la víctima en heroína y celebran la respuesta. Otras no tienen tanta suerte y son llevadas a juicio por escribir un artículo de opinión y terminan en banca rota mientras que el ex recupera credibilidad y millonarios contratos en la industria del cine.

Estas percepciones sobre Mebarak y Heard, sobre sus respectivas relaciones con Piqué y Depp están mediadas tanto por los arquetipos, como por los relatos que se construyen a su alrededor. Así es como puedes ser una bruja manipuladora, o una princesa cobrando venganza.

Detengámonos en el caso Heard nuevamente, antes del juicio, el relato era el de la damisela en peligro, pero la exposición mediática de su capacidad de provocar daño generó que fuera percibida por la opinión pública como la súper villana. Así, sin punto medio.

Algo similar ocurrió con el caso Sevilla, mientras era una mujer parturienta e inocente cumplía el relato de damisela en peligro, pero al descubrirse su engaño, pasó en cuestión de minutos a ser la villana, bruja manipuladora, amante enloquecida. Incluso, muchas personas por no querer lapidarla prefirieron (hasta ahora) construir un meta-relato ficticio para que siga siendo la víctima inocente. De nuevo, sin ponderación ni punto medio, o revisar el rol de los demás actores del caso.

Tal vez, en lugar de forzar a las personas reales a encajar en viejos arquetipos, podríamos dejar estos arquetipos en la ficción, y abrir las mentes y los corazones a entender la complejidad de las relaciones. Y esto va para ambos extremos de los discursos.

 

Epílogo:

Todos estos relatos y arquetipos son solo válidos al momento de interpretar relaciones de pareja porque forman parte de los instrumentos que sostienen el sistema sexo-género, el cual a su vez asigna roles sociales a hombres y mujeres para mantener una relación de poder entre ambos. Por ello, la mujer que no se ajusta al rol de princesa es catalogada como bruja, merecedora del desprecio y ajusticiamiento colectivo.

El tercer caso mediático de la semana es el de la joven Cabanillas, que empleó su inteligencia y habilidades cibernéticas para obtener dinero estafando. Su delito está por fuera de las relaciones de género, por ello no es ni princesa ni bruja, y la condena social es un poco más objetiva respecto a su comportamiento. Que sirva también de recordatorio que las mujeres tenemos exactamente las mismas capacidades intelectuales y morales que los hombres.

Comentarios

Cabrónidas ha dicho que…
Dado que no soy monárquico, prefiero las brujas.