Tere y Luisa

Tere y Luisa[1]

Ya acorraladas, Tere y Luisa se miraron y supieron exactamente qué hacer sin mediar palabras.

"¿Cómo habían llegado hasta ahí?" se preguntó Luisa. Y recordó el momento en que fue por su esposo para pedirle que defendiera a su amiga, y descubrió que él vendía las artesanías al doble, pero a ella solo le daba  la mitad del dinero, por el trabajo que ella hacía, mientras que él ponía distintas excusas para no ir a trabajar a la chacra que estaba ya varios meses abandonada…

No, no fue entonces que todo empezó. Fue por Tere, cansada de que su marido la obligara a tener relaciones cuando ella no quería. Ese día él tiró las píldoras que le dieron en la posta para no quedar embarazada, “seguro me engañas con otro y por eso tienes esas pastillas” le gritó mientras le pegaba hasta quedar sin fuerzas. La mañana siguiente, Tere fue a buscar a Luisa para que le cure las heridas, y entonces Luisa fue a buscar a su esposo. Quería que él intercediera con las rondas para que sancionaran al esposo de Luisa.

Al descubrir la estafa de su esposo, Luisa decidió ir directamente con las autoridades comunales a pedir justicia para Tere, y para ella misma… Pero ni bien empezó a contarles, se rieron, no la dejaron continuar y le respondieron que mejor volviera a su casa a prepararle una buena comida a su marido para reconciliarse.

Tere no quería ir nuevamente a la posta porque su esposo le pegaría nuevamente cuando se enterara, por eso buscó a Luisa después de mandar a sus dos hijas en el colegio. Le había dicho a Luisa que no fuera tampoco con las rondas, que no la escucharían... por eso cuando la vio llegar decepcionada, no se asombró.

Esta fue la decisión que las condujo al momento actual:

Luisa llegó con la idea que debían huir a la ciudad, incluso ahí sería más fácil poner una denuncia con la policía, pero debían hacerlo ya mismo, pues algo sospechaban las rondas y también su esposo.

“¿Y nuestras hijas?”, clamó Tere al escuchar el desesperado plan de su amiga, pero Luisa lo tenía pensado. Le daría los ahorros de las ventas de la artesanía al Braulio para que recogiera a las niñas a la salida del colegio y consiguiera una canoa para huir, sería por el río que está más cerca al colegio, al otro extremo, donde casi no van las personas.

Ni bien Tere y Luisa alistaron sus pocas cosas, llegó una vecina a decirles que sus esposos las estaban buscando, y se veían molestos… como si adivinaran lo que ellas querían hacer.

Tere dudo un momento, pero Luisa estaba determinada y la convenció de tomar la ruta larga y cogieron un par de machetes para abrirse camino y llegar al punto de encuentro con Braulio y sus niños.

Ya estaban cerca, vieron al Braulio y a sus hijos, y también la canoa, pero algo no estaba bien…
-    Voy a tomar la canoa y me iré a la ciudad a empezar una nueva vida. ¡No se acerquen!
-      Braulio… espera…
-  ¡No! Estoy harta de cómo me tratan aquí, quiero empezar una vida nueva, de hoy en adelante seré Brenda y no Braulio…
- Brau… Brenda, por qué no vamos todas juntos, te apoyaremos, podemos enseñarte a hacer artesanías y así vendemos más…
-  Sí, Brenda, por favor, te entendemos, ¡pero hay que irnos pronto!
 
Fue en ese momento que escucharon los gritos “¡Ahí están!, ¡deténganlas!” y un disparo al aire… Habían ido a por ellas, con machetes, lanzas y armas. 

Después que vieron a Braulio recoger a las niñas, en la comunidad se había perifoneado que “dos madres habían abandonado a sus hijas” y las estaban buscando… la vecina amenazada indicó la ruta que habían seguido y dieron con ellas.

Primero subieron a sus hijas a la canoa y empezaron a empujar, era época de seca así que no alcanzaba a flotar la canoa que consiguió Brenda. Cuando al fin lograron profundidad y Brenda tomó el remo, vieron una lanza pasar por su costado.

Tere y Luisa se miraron y supieron exactamente qué hacer sin mediar palabras.
Empujaron una vez más la canoa para darle velocidad, Luisa le dio a Brenda el dinero que guardaba en el pecho y le dijo “cuídalas”. 

Coordinadamente, las dos amigas tomaron los machetes y con toda la furia acumulada, y con todo el amor de madres en sus corazones, se abalanzaron hacia sus perseguidores.



  



[1] Este es un cuento producto totalmente de la ficción, a partir de una vez en que saliendo de la capital de un distrito, los ronderos detuvieron el vehículo porque estaban “buscando a dos madres que habían abandonado a sus hijos”. Entonces pensé que seguramente eran dos mujeres huyendo de la violencia y me quedé con una marcada impotencia, y empecé a imaginar diversos escenarios, que finalmente encontraron inspiración en la película “Thelma y Louise”, con un Brad Pitt algo cambiado….

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