Movimientos en 5g

Parte I: Educación

El pasado 23 de julio, Foro Educativo lanzó su “Agenda de Movilización Social para Fortalecer la educación pública”. ¿Será posible generar una movilización en contexto de pandemia?, y quizás más importante, ¿será pertinente hacerlo cuando existe una creciente demanda de priorizar la salud?

Según los estudiosos de los movimientos sociales, estos surgen, frente a “amenazas” (malas noticias) o por el contrario aprovechando “oportunidades” (buenas noticias). La crisis sanitaria y la reciente crisis política configuran un escenario, donde existe una amenaza a la educación de calidad y pública, pero también a los pocos días del lanzamiento de la agenda de Foro, se presentó una importante buena noticia, con el anuncio y aprobación del Proyecto Educativo Nacional al 2036. Este instrumento representa una oportunidad de acceso institucional, al mostrarse un interés de parte del gobierno para repensar y repotenciar la educación peruana.

En los últimos años, han sido las amenazas, las que han logrado las principales movilizaciones, entendidas como un conjunto de personas expresando sus demandas en las calles, luego pasaremos a otra definición más amplia. El rechazo al baguazo, a la “ley pulpín”, al indulto, a los feminicidios, a determinados proyectos extractivistas, en fin, podemos decir que el consenso frente a algo es lo que ha logrado las mayores congregaciones de personas en Lima y en el país.

De hecho, si mencionamos “movilizaciones en pandemia”, lo más probable es que visualicemos las protestas masivas a nivel mundial contra el asesinato racista de George Floyd. Pero un movimiento social no se manifiesta únicamente por la vía de la protesta en las calles, a la que podríamos denominar “clásica”.

Parafraseando a Sidney Tarrow[1], un movimiento social para ser reconocido como tal requiere a un colectivo excluido interactuando (de diversas formas) con las élites económicas y políticas, para lograr un cambio social, respecto a su condición. A partir de esta definición, podemos inferir que las formas de interactuar con las élites, además de grandes marchas, también incluyen performances, cartas, firmas, y otras formas contemporáneas y en virtualidad.

En las formas clásicas de protesta, un soporte esencial son las organizaciones cotidianas como las universidades, institutos, organizaciones barriales y gremiales. Precisamente la cotidianeidad facilita la convocatoria y movilización. Esta cotidianeidad al trasladarse a lo virtual se ha difuminado. Mejor dicho, se han reorganizado.

Por ejemplo: En la presencialidad, una universidad se divide naturalmente por facultades, promociones, aulas, y paralelamente coexisten organizaciones por intereses extracurriculares. Hoy en día, es lo inverso, la mayor interacción es por temas comunes y gustos, y en las aulas virtuales solo se comparte en horarios limitados. La generación en edad de estudiar es también la que tiene un mayor nivel de organización virtual, como lo han demostrado los grupos de seguidores (“armys”) de k-pop y los hackers de “Anonimus”, tanto convocando a movilizaciones tradicionales como haciendo colapsar páginas y redes de sus adversarios. De hecho, hace poco una “army” peruana se atribuyó un ciberataque en defensa de un actor acusado de violencia. Defender a un agresor no es la temática más relevante o positiva, pero es un elemento a considerar sobre la emergencia de nuevas formas de organización en la virtualidad.

Los maestros, e incluso los padres de familia se han visto forzados a entrar a la virtualidad, manteniendo interacciones a través de las redes sociales. Estas son las nuevas/antiguas organizaciones de la cotidianeidad que permitían, y pueden permitir generar o mantener movimientos sociales, incluso, y sobre todo uno por la educación.

Lamentablemente, en nuestro país la brecha en el acceso a Internet es tan limitado, que generar una respuesta uniforme empleando únicamente las redes sociales, tendrá un margen de acción similar al de la conectividad. Es decir, quienes carecen o tienen un limitado uso de Internet quedarían por fuera de las acciones que se generen en ese espacio. Para estos grupos más excluidos, queda la “vieja confiable” organización comunitaria o barrial.

Precisamente uno de los seis temas de agenda propuestos por Foro Educativo, es que estudiantes, maestros, familias, pueblos, comunidades y familias están conectadas con Internet accesible para todos, como una herramienta que permita integrar las estrategias digitales como parte de la oferta educativa. Este también es uno de los puntos identificados como “impulsores del cambio” por el Proyecto Educativo Nacional al 2036.

Siguiendo la línea de una movilización por “oportunidad”, una coincidencia básica es la apuesta por el fortalecimiento de la educación pública. Ostensiblemente, Foro Educativo hace énfasis en una educación pública de calidad y plural con mejores condiciones; pero, además resalta un tema de actualidad: Acoger a las y los estudiantes que migran de las instituciones privadas a la escuela pública.

El Proyecto Educativo Nacional tiene como una de sus novedades el énfasis en las personas, y por ende que las experiencias educativas promuevan el bienestar integral y permitan a todas sin exclusión, desarrollarse plenamente. En este contexto de crisis sanitaria, las propuestas formativas requieren contenidos transformadores para la construcción de una ciudadanía democrática, intercultural y ambiental, lo que implica una postura respecto a todo aquello que degrada la vida, como las exclusiones, los maltratos, la violencia de género y racista, la depredación ambiental y la corrupción.

Rescato estos puntos, porque un movimiento debe tener metas de largo aliento, pero también demandas que puedan alcanzarse en un tiempo más breve con resultados observables en cambios a nivel político, cultural e individual. La agenda planteada por Foro Educativo cumple con el establecimiento de las demandas, y en un contexto de oportunidades, las posibilidades de resultados a nivel de políticas es más que viable.

Sin embargo, en nuestro país de débil institucionalidad y respeto por las normas, el cambio de políticas es insuficiente si no va acompañado por un cambio cultural. A partir de una rápida revisión de los medios de comunicación y las redes sociales, podríamos intuir que existe un creciente consenso sobre la universalización del Internet, pero no necesariamente estamos leyendo las preocupaciones sobre la seguridad a la intimidad y la seguridad ambiental que giran en torno a esta necesidad.

El fortalecimiento de la educación pública, y que pueda ampliar a la vez calidad y cobertura, no solo carece del consenso sobre la Internet, sino que existen intereses contrarios a la misma, que hay que dejar al descubierto y debatir. No son solo intereses particulares de pequeñas escuelas empresas, son también intereses de las élites de escuelas, de seguirlo siendo.

Finalmente, lo más urgente es lo que demandará un mayor esfuerzo para un cambio cultural, y es el fijar el norte hacia la ciudadanía que queremos formar. Una ciudadanía que se sienta parte del estado y de la sociedad, que use la mascarilla no por temor a enfermarse, sino para proteger a las personas a su alrededor, con capacidad de indignarse y actuar frente a las injusticias, y que no asuma como natural la corrupción. Esa es también la movilización cultural que se requiere, y estamos en el tiempo y contextos apropiados.

Respondiendo a la pregunta inicial, en concreto, es posible y pertinente movilizarnos por la educación. Si bien la salud es prioritaria, necesitamos de una real formación ciudadana para enfrentar la pandemia.



[1] Tarrow, S (2011). Power in Movement: Social Movements and Contentious Politics, Revised and Updated Third Edition. Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/286503648_Power_in_movement_Social_movements_and_contentious_politics_revised_and_updated_third_edition

Marco conceptual de los movimientos sociales, tomado a partir de: Almeida, P. (2020) Movimientos sociales: la estructura de la acción colectiva. Buenos Aires: CLACSO.

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