(O: "Sobre villanos protagónicos")
Esa es la pregunta que me he
formulado por casi cien días de encierro y sequía de escritos.
Excepto un par de libros en curso (historia y poesía), los textos de consulta para el trabajo y estudios, todo lo que leo, veo y escucho se
relaciona con la pandemia y la multiplicidad de respuestas a la enfermedad causada
por el coronavirus. Incluso las lecturas académicas de trabajo y estudio se
transforman en productos, reflexiones, textos y discursos sobre la crisis
sanitaria.
Ya no son las noticias de feminicidio o
maltrato infantil, ni siquiera de farándula o deportes, sino de estos
acontecimientos en cuarentena. Las críticas al modelo económico, al gobierno, a
la política y la corrupción, tienen el mismo telón de fondo. Incluso el
movimiento actual contra el racismo y abuso policial tiene entre sus frases
emblemas el metafórico “No puedo respirar”, últimas palabras de George Floyd,
pero también de quienes hoy sucumben frente a esta enfermedad aún sin cura
certera.
¿Cómo escapar a este contexto? Es como ser el personaje
de un libro y querer protagonizar otra historia. Parece imposible, pero esta
metáfora muestra al mismo tiempo la salida. En el mundo geek y de películas, lo
llamaríamos un spin-off. La recordada película sobre el Guasón se independizó
de la historia de Batman, creando con éxito un relato paralelo. Crear relatos
paralelos al gran relato de la pandemia sería el reto.
¿Por qué plantear este reto?
En lo personal e individual, es posible que una
parte de mí prefiera no darle vida en el papel a esta etapa, y así subalternizarla
y colocarla entre paréntesis para conservar la esperanza de un retorno a lo
conocido y seguro. También es posible que para escribir requiera un mínimo de
distancia, que es inalcanzable en este desde el ojo de la tormenta.
Más allá de lo particular, existe un elemento de
utilidad funcional y general:
Retomando la metáfora de la película “El Guasón”,
muchos la criticaron porque consideraban que esta justificaba y promovía la
violencia… como si no lo hiciera también toda la secuela de Batman. Y es que, a
diferencia de las muchas películas de Batman, aquí el villano era el
protagonista. Estamos acostumbrados a que protagonista y héroe sean sinónimos,
si es protagónico, asumimos que es el héroe porque empatizamos con él. No
imaginamos que el protagonista sea el villano. Por ello, una historia donde el villano
es el narrador y protagonista nos desconcierta, y podemos pensar erróneamente
que entonces el protagonista es héroe. En el contexto del universo
de Batman, el Guasón sigue siendo el villano. Su historia nos permite conocer
su motivación y que él no siempre fue malvado, sino que fueron una serie de
acontecimientos y decisiones lo que le hicieron villano. Conocer su historia no es
un incentivo para tomar las mismas (erradas y violentas) decisiones, sino a imaginar rutas
alternativas.
Si los relatos de esta etapa tienen a la respuestra frente al coronavirus
como único protagonista, podemos confundirlo con el héroe, y construiremos un mundo
sin autocrítica, donde todo lo que hemos hecho y seguiremos haciendo en torno a
la pandemia, porque son actos heroicos y necesarios. Queda claro que un virus no es ni héroe ni villano, solo existe. Las respuestas, son lo que son, ni héroes ni villanos, no están en ningún extremo, sino en una enorme zona gris mundial. Necesitamos escribir los spin-off del relato sobre las respuestas a la pandemia, para poder mirar este momento y proceso de la
historia desde más ángulos; aquellos que nos permitan la verdadera nueva
convivencia prometida, y que será construida por nosotros, los personajes
secundarios de la historia del coronavirus. Mientras sigamos dentro de la caja, no veremos las alternativas fuera de ella.
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