En la segunda mitad de los noventas, en las marchas contra la dictadura
fujimorista, en algunos espacios el APRA era un aliado circunstancial, y lo fue
hasta el final de la dictadura, en la marcha de los cuatro suyos y en la
recuperación de la autonomía universitaria. Luego vino el vladivideo, la
renuncia por fax, el gobierno de transición y la alianza se acabó. Hasta el día
de hoy.
Eran circunstancias excepcionales que no se han vuelto a repetir, y
esperamos no se repitan. No por un rechazo visceral al APRA, sino porque
significaría estar realmente en una grave crisis para el país. Fue el APRA
quien dejó en claro que la alianza se acabó con el retorno “triunfal” de García
que se victimizaba como perseguido político cuando en realidad huyó a esperar a
que sus robos prescribieran, y pronto estableció una alianza con el fujimorismo
para garantizar su propia impunidad por los crímenes de sangre de su primer
gobierno.
García y sus secuaces han reiterado que no existe alianza alguna ni
buena voluntad con el resto de partidos (menos el de gobierno) al salir por su
lado a comentar el fallo de La Haya violando el pacto acordado. Su batalla es
por el poder, no por el pueblo.
Su intención al criticar los aumentazos es atacar al gobierno para
jalar agua hacia su molino, no luchar por mejoras laborales. Al asistir a la
marcha convocada por ciudadanos solo pretendían usurpar el liderazgo de la
indignación popular.
Hicieron bien quienes convocaban a la manifestación en deslindar con
ellos en esta ocasión, y los apristas que se aparecieron en la Plaza San Martín
tenían la clara intención de provocar. Mal que bien, tienen una (de)formación
política que carecen gran parte de manifestantes independientes de a pie que
acudieron enterándose por las redes sociales.
Los medios de comunicación que responden a los mismos intereses
económicos de Castilla (autor del aumentazo) y que se empeñan a mostrar a la
izquierda como incapaz de organizarse a sí misma, y por ende incapaz de
gobernar, encontraron en la bronca la oportunidad para desprestigiar la
indignación ciudadana y dejar de cubrir el total de la marcha que llegó
pacíficamente (con inusual apoyo policial) hasta el local del Partido
Nacionalista.
Los medios dan cabida a la crítica del aumentazo para apoyar a García
en su posicionamiento contra el gobierno, pero no quieren ver el tema de fondo:
la desigualdad.
Insistir en sindicar el error de un grupo de manifestantes de caer en
la provocación aprista es seguirle el juego a los medios que sirven al sistema
neoliberal. Pensar que debió permitirse al aprismo o al fujimorismo participar,
es creer que ellos iban a compartir el tema de fondo, cuando ambas fuerzas en
sus respectivos primer y segundo gobiernos, solo han atacado a los sindicatos y
a la clase trabajadora.
En los noventas hice amistades apristas (que he ido perdiendo por
desacuerdos políticos) y aún tengo un cariño entrañable por algunos. El tema es de fondo, no de simpatías o
antipatías, por lo que sostengo que en las sucesivas manifestaciones, se deberá
seguir deslindando y denunciando el proceder de estas mafias con fachada de
partidos.
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