Ante la reciente partida de Nelson Mandela, reproduzco el artículo que publicara en la edición Nº 7 de la Revista LA TOMA
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El pasado 18 de
julio Mandela recibió en cama su 95° cumpleaños y la quinta versión del “Día
Internacional de Nelson Mandela,” fecha establecida por la ONU en
reconocimiento a su contribución a la paz y la libertad. Madiba (nombre honorífico dado por su clan de
la tribu Xhosa) está hospitalizado desde el 8 de junio por infección pulmonar,
y las muestras de solidaridad no cesan desde entonces.
Aunque es recordado por
su lucha contra el apartheid y la resistencia civil, no debe olvidarse que el
Congreso Nacional Africano-ANC (partido al que pertenece) era inicialmente
comunista y tuvo un brazo armado, y que la Comisión de la Verdad de Sudáfrica
dictaminó amnistía general. Estas contradicciones han sido parte del camino que
Mandela trazó para construir la democracia en su país, pero también influyó en
los demás países africanos.
Casi toda África
fue colonizada en la segunda mitad del siglo XIX para explotar los recursos del
continente y esclavizaron sus pobladores desarrollando la trata trasatlántica.
Entre la primera y segunda guerra mundial los movimientos independentistas
africanos cobran relevancia y durante la guerra fría los Europa temía que
África se volviera al comunismo, lo que facilitó un proceso pacifista en varios
países. Al independizarse, los países estaban en pobreza y dependencia de las potencias (excolonias),
además de inestabilidad política exacerbada por conflictos interétnicos.
Sudáfrica había
logrado una independencia formal en 1961, pero el apartheid perpetuaba la
supremacía de los blancos. Entonces, como presidente de la ANC, Mandela
recorrió África compartiendo estrategias y recabando fondos, siendo detenido a
su regreso. En 27 años de encierro se convirtió en símbolo de la resistencia
africana, mientras su esposa Winnie lideraba el ANC con una actitud más
violentista. En 1990 el presidente sudafricano Frederik De Klerk libera a
Mandela para negociar el proceso de democratización, ambos compartieron en 1993
el Premio Nobel de la Paz, y en 199X Mandela es electo presidente.
En lo que parece
ser su última etapa de vida, la familia de Mandela se disputa la herencia
económica y simbólica, los negros sudafricanos siguen en la pobreza y al
racismo blanco se ha sumado el racismo invertido. Mandela logró un fin pacífico
y democrático al apartheid, lo que significó importantes concesiones al sistema
que se reprodujeron como modelo en África y que hoy hace que sigan dependiendo
económica y políticamente de Europa. Se requerirá otro proceso para terminar de
descolonizar el continente donde nació la humanidad.
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