Un coche bomba más


No recuerdo Tarata. Recuerdo que decían que hubo un coche bomba en Miraflores, pero al no conocer bien el distrito, no pude imaginar su trascendencia.

Crecer en los ochentas y noventas hace pensar que las alzas del precio de un día a otro, los apagones, los paros (armados o no), los cortes de agua, las epidemias, las pintas, los coches bombas, sean tomadas como normales. No significa que uno sea insensible, significa que necesitas otro tipo de impacto.

Otro tipo de impacto fue ver al presidente parado frente a una fila de cadáveres en un penal. Otro tipo de impacto fue también ver en TV como recogían los cuerpos de un charco de sangre en el Jr. Huanta de Barrios Altos. O ver que anunciaban como la gran cosa el cierre del Poder Judicial cuando acababa de aprender que era un poder independiente del Estado. Un coche bomba, para impactar, tiene que estallar a cuatro cuadras de tu casa, como fue el del Canal 2.

Entiendo que el impacto de Tarata fue para quienes vivían a unas cuadras, o frecuentaban la zona por trabajo o diversión. Significa que aquello “normal” mientras le sucedía al “otro”, se vuelve aterrador cuando le pasa a “uno” o a “G.C.U.” ¿Hay individualismo en ello? Evidentemente. ¿Hay clasismo? Sin duda. ¿Hay racismo? Del duro. ¿Centralismo? También, pero es al mismo tiempo parte de la naturaleza humana construir la identidad en función de un “nosotros” y un “otros”. Existen felizmente, herramientas como la empatía, la solidaridad y la interculturalidad que nos ayudan a ir extendiendo el “nosotros” hasta ese ser tan lejano que es el vecino de la esquina.  Mas, cuando esos mecanismos no funcionan, es que los ismos mencionados nos han ganado.

Lo que marca Tarata para algunos no es que se enteraron de lo que ocurría, era que recién importaba porque el blanco ya no eran solo los ayacuchanos, los de los pueblos jóvenes o algún que otro político, sino cualquiera de esa clase media limeña pretenciosa, hacinada en edificios por no perder el status o por ganarlo. El tipo de limeño hegemónico en el imaginario nacional, referente de publicistas y medios de comunicación, que ha logrado adeptos actitudinales en aquellos que jamás ingresarán en sus círculos, y de esa manera es este sector el que tiene la decisión electoral nacional, incluyendo a Ollanta, ¿o alguien piensa que el apoyo de Vargas Llosa fue accesorio en el resultado final?

Guzmán quería ganarse a esa clase, quien sabe si por estrategia o por ser un “wanna-be” más, y por ello consideró Tarata como un error.

En lo personal, antes que ganar a esa clase, preferiría transformarla, y así, ningún acto de violencia contra nadie seria leído nuevamente como “normal” o “uno más”.

Comentarios