Tú no estás "depre" (pero alguien más sí)

El 13 de enero se conmemora el Día Mundial de lucha contra la Depresión[1]. La fecha coincide con la etapa posterior a las fiestas de fin de año, en la que algunos estudios reportan un aumento de la tasa de suicidios, y otros señalan que se produce el día más triste del año o #BlueMonday (tercer lunes de enero)[2].

Existen diversos tipos, niveles de gravedad y sintomatología asociada a los trastornos y episodios depresivos, y requieren un diagnóstico para diferenciarlo, pues comparten señales de alerta con otros padecimientos,[3] especialmente con la ansiedad[4].

Sin embargo, no toda tristeza es depresión. Y, la tristeza es buena y necesaria. El consumismo en el que vivimos privilegia de manera casi compulsiva la alegría y el entusiasmo como las únicas demostraciones de vida, éxito y felicidad. Todas las emociones son importantes y necesarias, no hay emociones negativas, mientras respondan a un contexto, no predominen por un tiempo muy prolongado (meses), y se expresen con la mayor asertividad posible, es decir, sin herir al otro. Por ejemplo, una expresión de alegría desmedida al ganar puede ser poco apropiada frente a quien perdió, y no por ello la alegría es mala.

Lo que debiera causar preocupación sería la ausencia de tristeza, o la incapacidad de sentirla. La tristeza se encarga del recogimiento y de dedicarnos tiempo a nosotros mismos, de pensar y meditar en los cambios para cerrar etapas o ciclos. La tristeza es la emoción necesaria para reintegrarnos como personas después de haber “tocado fondo” por cualquier causa: una ruptura, un despido, una pérdida simbólica o real, etc. Es, sobre todo, una etapa esencial para procesar el duelo por la muerte de un ser querido. También es una respuesta común en mujeres después del parto.

Sin embargo, coloquialmente usamos la palabra “depresión” o “depre” como sinónimo de tristeza, y sin querer banalizamos el sentido real de esta afección. Si tocemos al atorarnos no decimos “ando con neumonía”, si bebimos demás, no señalamos “la cirrosis”… Entonces, si estamos teniendo una respuesta emocional adecuada a nuestro contexto, solamente digamos “estoy triste”, tal vez no sepamos por qué, y la forma de resolver la emoción es sintiéndola, y entonces tal vez la entendamos, o tal vez solo termine y dé paso a otro estado.

La depresión real, como estado, como trastorno, como parte de o en combinación con otros trastornos o enfermedades, no siempre da chance a comentarla. Se vive con cierta vergüenza por no poder salir de ese estado en un mundo demandante de alegría como emoción socialmente hegemónica. Las depresiones afectan el apetito, el sueño, la concentración, la expresión afectiva, la productividad, la sociabilidad, y las personas hacen un esfuerzo extra para rendir en cada uno de estos aspectos, e incluso pueden ser muy hábiles ocultando su verdadero ánimo. No siempre se expresa con tristeza, la depresión también puede mostrarse con irritabilidad, impaciencia, consumo de sustancias y comportamientos de riesgo en la búsqueda de cambiar el estado de ánimo.

Las personas con depresión suelen requerir ayuda para enfrentarla, y un/a profesional experto/a que les permita identificarla. Decirle “anímate” no ayudará, escucharla y promover actividades que previenen la depresión como el ejercicio, la meditación, conversar, evitar el alcohol y las malas noches[5], y especialmente, si persiste en el tiempo, sugerir la búsqueda de un profesional.



[2] Artículo sobre el origen y la cuestionable validez científica del “lunes triste”: https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2021-01-18/significado-blue-monday-dia-mas-triste-origen_1506052/

[4] Aspectos comunes y diferentes entre depresión y ansiedad:  http://www.robertexto.com/archivo4/diapositiva16.gif

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