Humanidad, Empatía y Miedos
Artículo 1.- Defensa de la persona
humana: La defensa de la persona humana
y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.
Artículo 2.- Derechos fundamentales de
la persona: Toda persona tiene derecho (…)
Cuando la Constitución señala “toda persona” sin
establecer una excepción, significa que solamente animales, plantas y objetos
inanimados están excluidos.
¿Un homosexual será un animal, planta o un objeto
inanimado? Para algunas personas parece que sí.
No hay forma de hablar de inclusión y de derechos
sin reconocer que las personas lesbianas, gays, transgénero, transexuales,
bisexuales, intersex, asexuales, no binarias, con una orientación y/o identidad
sexual diferente a la hegemónica, se encuentran en situación de desigualdad y
vulnerabilidad.
Parte del problema es la forma como hemos
aprendido, y seguimos aprendiendo, el enfoque de derechos: con una mirada
individualista donde las personas solo defienden su derecho, perdiendo
de vista al otro, y la situación en que se encuentran, como si la
capacidad de empatía estuviera bloqueada.
Una madre se preocupa porque su hijo vaya a ser homosexual,
se junta con otras que comparten su preocupación y salen con pancartas ofensivas
hacia los gays sin pensar en cómo se sentirá otra madre cuyo hijo tiene una
orientación o identidad diversa, o cómo se sentirá el niño o adolescente que
está explorando su sexualidad. Ese es un bloqueo de la empatía.
Sin la capacidad de ponerse en el lugar de otro,
¿cómo alcanzar el valor cristiano del amor al prójimo?
El antónimo de amor es odio, pero el sentimiento
que subyace al odio es el miedo.
Discrepo del término homofobia porque se confunde
con las fobias, que son terribles afecciones a la salud mental. El miedo al que
me refiero es más social, y no implica un problema de salud.
Este miedo como muchos otros, es irracional, pero
no se manifiesta con una crisis frente al objeto temido como un aracnofóbico
frente a una araña. Suele alimentarse de teorías conspiracionistas, pero
tampoco es el temor a lo desconocido como del que se prepara ante una supuesta invasión
alienígena o la tercera guerra mundial.
Es el miedo a ser acusado, señalado, y por ello
excluido de la sociedad. La especie humana ha basado su evolución y subsistencia
en el gregarismo y asociaciones cada vez más sofisticadas, donde el rechazo y
el aislamiento pueden equivaler a una condena de muerte.
Ese miedo a que ella y su familia sean rechazadas
por su comunidad si se atreve a tolerar la homosexualidad es lo que bloquea la
capacidad empática de esa madre, quien en un mecanismo para justificar ante sí
misma su miedo y odio, intenta deshumanizar al que es distinto.
En la historia ya hemos deshumanizado al distinto,
incluso legalizándolos contra indígenas, africanos esclavizados, mujeres y
personas con discapacidades.
Si esta oleada de odio y miedo logra deshumanizar a
las personas LGTBI en el imaginario de las mayorías, es el mismo principio de
igualdad y derechos el que está en juego, y con ellos los derechos ganados por
otros grupos como mujeres, indígenas, afrodescendientes, e incluso personas con
discapacidad.
Los intentos de afectar las normas vigentes sobre
el enfoque de género en la educación tienen como finalidad también el iniciar
una cacería de brujas, lo cual es una de las estrategias preferidas por los
regímenes totalitarios para ejercer el control absoluto. La historia lo ha
mostrado.
No es necesario que triunfen en la batalla legal
actual, basta que lo hagan en el imaginario y en las normas sociales. Por ello,
en este contexto, todo silencio es cómplice.
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