Este artículo debería haberse
titulado “Yo no apoyo a Susana” y condensar las razones orgánicas, de
gobernabilidad y de lectura política por la que me opongo a la revocatoria, a
pesar de ser una dura crítica de la actual gestión edil y de mi disenso con
varias de sus cabezas visibles. Sin
embargo de eso se ha escrito mucho y quedan cuatro meses para escribir, dicen
que es una campaña corta, pero dura lo que una campaña presidencial promedio,
así que a partir de la siguiente línea en adelante me eximiré del tema.
Existen en el país y en las
agendas de los poderes fácticos, temas que no son negociables, como lo
mediático, pero especialmente todo aquello que afecte al PBI y al libre
mercado, la estabilidad laboral de los congresistas, las “condiciones” para
favorecer la inversión privada (especialmente externa) o cualquiera relacionada
con factores económicos. Cada vez que se solicita un cambio en las políticas
respecto a estos temas desde la vía democrática, el sistema se organiza para
protegerse con una eficiencia casi cronometrada, mezclando reacciones
subjetivas, tecnicismos y candados a cualquier intento de cambio. Lamentablemente
esta práctica se ha generalizado hasta la mayoría de los partidos (de todos los
colores), traduciéndose en su lógica hacia afuera, y muchas veces hacia
adentro.
De otro lado, existimos temas que
sí somos negociables. Si un colectivo lleva una demanda laboral y una de género
al mismo tiempo, en la mesa de negociación, lo más probable es que se ceda en
la de género por ser “menos importante”. Si queda una cartera ministerial por
distribuir o por ceder a un grupo beligerante, las negociables serán las
sociales: Mujer, Educación, Salud, Trabajo, etc. Si está en peligro la gobernabilidad
frente a la derecha, lo negociable serán los derechos humanos.
Lo cierto es que los temas de
mujeres, LTGBI, racismo, poblaciones indígenas y afroperuanas, educación, salud
y derechos humanos no son menos importantes que la economía o la gobernabilidad.
Sin embargo, hasta que esto sea comprendido, pasará un largo tiempo, mientras
tanto, quienes apostamos por temas “negociables” tenemos una larga batalla por
delante.
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