Lima Metropolitana, hora capital
del Virreinato, hoy capital de la República, siempre se ha considerado a sí
misma especial, y piensa que lo que sucede en ella es lo que sucede en el país.
Así se lo ha hecho creer la inequitativa distribución del poder y el
centralismo de las instancias decisoras en esta ciudad. Efectivamente, es
singular pues es la ciudad más poblada del país, pero no concentra más del
tercio de la población total, ni tampoco es la que aporta el mayor porcentaje
de ingresos al país, ya que estos son producto de las actividades extractivas.
La histórica concentración del
poder ha hecho vivir a Lima siempre de espaldas a lo que sucede en el resto del
país, que es numéricamente y en buena cuenta, la verdadera mayoría. Quienes no
quieren quedar excluidos, necesariamente hacen viajes periódicos a la capital,
o terminan migrando, proceso que se ha repetido al menos tres veces de forma
masiva en la última centuria. La respuesta de Lima a la migración, fue seguir
considerando a sus nuevos pobladores como ajenos a ella, ajenos como el resto
del país y sus procesos de desarrollo económico, de violencia, de resistencia
cultural, de luchas sociales de formas de hacer política.
Por eso, aunque desde 1994 existe
el derecho a la revocatoria en Perú, es solo cuando llega a Lima, que algunos
empiezan a cuestionar este mecanismo, acusándolo de inapropiado y mil defectos
más. Sin embargo, la verdad es que cuando se aprobó, fue considerándolo una
forma de democracia participativa directa, y que las veces que siempre ha sido
aplicada con fines políticos. La revocatoria no es un procedimiento para
separar a una autoridad por su comprobada ineficiencia o dolo, para ello
existen otros mecanismos. La revocatoria es netamente política, es la
oportunidad de la ciudadanía de decirle a una autoridad “no te quiero” ¿por
qué? “porque sí”. Evidentemente alguien conduce a esta ciudadanía, y es la
oposición, la labor del gobierno es dar la lucha en el plano político, y la
mayoría de veces (casi el 70% de más de mil alcaldes) el oficialismo ha ganado.
Las veces que ha ganado la revocatoria ha sido donde el gobierno ganó la
primera contienda por escaso porcentaje.
Es verdad que una revocatoria en
Lima afectaría la gestión, pero parece que eso solo es importante cuando es la
gestión de la capital, pues nadie se pronuncia respecto a los demás procesos de
revocatoria existentes, y aunque más de una provincia andina se esté
enfrentando actualmente a una revocatoria, las noticias que le llegan posiblemente
sean solo del proceso limeño, y es que Lima no aprende a ser humilde. A ese
escenario tendrá que enfrentarse Lima, si hay algo que reprochar es al
mecanismo mismo y a la soberbia limeña de no haber reparado con antelación en
cómo este procedimiento ha venido afectando la gobernabilidad y la gestión edil
de cientos de distritos y provincias peruanas. Tal vez sea hora de mirar el
proceso con humildad, dejando de lado argucias legales, para dar la batalla en
su verdadero terreno, el político.
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