“- Ella no se quiere casar. – Dirás que todavía.” “No tienes cara
de mamá (porque existe la cara de mamá)”. “Los chicos pueden servirse más”. Estas son frases cotidianas, expresadas y
escuchadas sin mayor reflexión, pero que encierran y refuerzan conceptos
machistas: las mujeres deben ser madres, los hombres necesitan comer más, las
mujeres deben casarse siempre, tarde o temprano.
Este tipo de frases suelen ser usadas más por las
propias mujeres, y aunque son más sutiles que otras expresiones sexistas,
existen interacciones aún más sutiles en grupos cerrados de mujeres, dirigidos
a reafirmar estereotipos que mantengan socialmente los roles de género
asignados: Una mirada de sorpresa sancionadora a la amiga que no está al tanto
de la telenovela de moda, una recomendación bien intencionada sobre el tamaño
de la falda o el escote, o consejos sobre cómo hacerle caso a la pareja para
retenerlo, aunque estos consejos linden con tolerar violencia psicológica o
simbólica. En ese marco, si se habla de una amiga ausente que terminó con su
pareja, no falta quien la culpe: “le reclamaba mucho que saliera él solo”, “ella
seguía saliendo con sus amigas”, “tiene que entender que los hombres siempre se
juntan a tomar”.
Son conversaciones de mujeres profesionales,
trabajadoras, con cierta independencia económica, que saben reclamar sus
derechos laborales, con una vida social, y hasta política; herederas de las
conquistas de las luchas feministas, pero con pensamientos claramente machistas.
Parece que así como en el caso de la colonización
los países han logrado la independencia formal, pero las mentes siguen
colonizadas; así también las mujeres han conquistado derechos e igualdad
formal, pero en las mentes, se siguen considerando estereotipadamente menos que
los varones, y, a su servicio.
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