POR UN DÍA DEL HOMBRE

Durante en milenios, en diversas culturas, los hombres recibieron en la distribución de roles el cuidado de la casa, de los hijos y de las producciones locales vinculados a lo agropecuario, mientras que la mujer asumió la caza y el comercio. Ello hizo que crearan el “espacio público” al tiempo que se formaban las civilizaciones, donde se realizaban debates sobre los destinos de la comunidad y las normas de convivencia, lo que hoy llamamos política y ejercicio del poder. Los hombres al no participar de estos espacios (excepto algunas excepciones como Lesbos o las Amazonas), se dedicaron a tareas que no eran valoradas por la sociedad, a pesar de su importancia, por lo que se estableció una relación de poder basada en el sexo, y especialmente en los roles atribuidos, conocidos como roles de género y que es lo que se describió al inicio.

Esta relación de poder desigual, excluyó a los hombres de una serie de derechos, como el decidir con quien se casaría, cuantos hijos tener y participar de la vida pública y toma de decisiones que finalmente le afectaban más que a nadie… decidir con quiénes se comercia es algo que importaba sobre todo al hombre que estaba al cuidado del hogar. Además de ello, su posición de desventaja, descrita por muchas como el “sexo débil” le exponía a ser tomados como trofeo de guerra, siendo constantemente violados sexualmente en contextos de conflictos armados, con lo que además, ante la incomprensión de su cónyuge quedaba marcado de por vida.

Con la expansión y hegemonía de la cultura occidental, así como de la tradición judeo-cristiana, se fueron consolidando una serie de ideas sobre los hombres que justificaban su inferioridad: que por ellos perdimos el paraíso terrenal, que son menos inteligentes, que son impuros debido a sus ciclos biológicos, que son vanidosos y superficiales, negándoseles por ello el ejercicio de poder y la participación en la vida pública. Se consideraba que todo ello estaba de más porque los hombres habían nacido para una sola cosa en la vida que era tener hijos, lavar y cocinar, y para ello no necesitaban tantas goyerías, y que al contrario, eso les metía cosas en la cabeza y se “malograban”, siendo llamados “brujos” y cruelmente asesinados.

Esa forma de pensar constituye una ideología que una serie de hombres valientes y pensantes empezaron a combatir a inicios del siglo pasado, construyendo una ideología alternativa que impulsara la conquista de una mayor equidad de genero. En esta lucha por la igualdad, los hombres cogieron una serie de símbolos, como quemar los brasieres que oprimían sus cuerpos para hacerlos socialmente aceptables. En décadas de lucha, los hombres han conseguido que hoy se reconozca su derecho a la educación, a la libertad (no ser obligados al matrimonio), a decidir si quieren tener hijos y cuantos, a trabajar con igual salario y condiciones, y a votar y ser elegidos, aunque evidentemente hay hombres de derecha y de izquierda, como también mujeres, y no tenemos que estar de acuerdo siempre con todos los hombres que llegan a un algo cargo como el histórico premier inglés M.Tatcher.

Pero estos logros no son universales, en África aún se mutilan los genitales de los hombres para que no gocen del orgasmo, en América muchos niños en zonas rurales no acceden a la educación porque sus padres lo consideran una pérdida de tiempo y dinero, en Asia los hombres son víctimas de trata sexual, y aún en los países llamados desarrollados, se les paga menos que a una mujer, aunque hagan el mismo trabajo. Además, al ser considerados por muchas como seres inferiores de su propiedad, son víctimas violencia física y de crímenes de odio, por parte de sus parejas, de una manera sistemática y validada por la sociedad.

Mientras estas inequidades persistan, es necesario seguir luchando, muchos hombres nacidos ya con algunos derechos conquistados no lo valoran, y se limitan a recibir regalos en fechas pensadas para reflexionar, y es que reducir el tema a regalos es una forma de banalizar y finalmente desempoderar a los hombres en sus conquistas, haciendo que la fecha pierda significado por completo, y es que quienes siempre han tenido el poder temen perderlo.

Es por todas estas razones que se justifica que exista un Día de Hombre, para recordarnos que mientras exista un varón en el mundo discriminado, violentado o excluido por su condición de varón, la lucha no ha terminado... A menos que alguien me diga que esta narrativa haya sido inexacta, y no haya descrito la situación del hombre en el mundo, sino de la mujer. En ese caso, los hombres seguirán teniendo 364 días en que ejercen el poder y discriminan, y las mujeres uno, en que nos reafirmamos en la lucha para la igualdad de género, lucha a la que están invitados, para cambiar también aquellos roles de género que afectan negativamente a los varones.

Comentarios

Carlos C. ha dicho que…
Coincido contigo en tu texto tanto en forma y fondo.
Puesto en la perspectiva desde la que escribes, se puede notar lo terrible que muchas veces fue la historia cultural de la mujer.
Pero, como una forma de complementar la discusión sobre este tipo de discursos de revindicación, te planteo algo: ¿te has preguntado por qué no existe un «eterno masculino»?
Solo hay un eterno femenino.
Saludos.
Candelaria Ríos ha dicho que…
Carlos, desde los estudios de masculinidades se sostiene que mientras que la identidad femenina se construye a partir de la afirmación de roles (el de maternidad es central), la identidad masculina se construye a partir de la negación de lo femenino, lo que deriva en el horror a ser identificado como femenino (a lo gay) y en la desvalorización de lo femenino (misoginia) que son a su vez componentes escenciales del machismo. En otras palabras,niño y niña se identifican primero con la madre, pero la niña construye su identidad de género imitando a su mamá,mientras que el niño debe negar cualquier parecido con la madre, o copia a un padre de menor presencia y que tambien construyó su identidad de género por oposición a la madre.