Abusotón: Poder, abuso y ¿ayuda?


¿Por qué para financiar una causa justa se utiliza, expone y maltrata a aquellos a quienes se pretende ayudar? Es una pregunta que me formulo de manera recurrente cada año cuando hay “Teletón” y recientemente con varios “realities” Estamos acostumbrados con motivo de estas campañas, a ver niños símbolo en anuncios, en entrevistas en vivo, en reportajes, casi siempre en rol de víctimas, y casi nunca como actores o líderes de su propio cambio.

Este sesgo lo que hace es apelar a nuestra lástima, nuestro dolor, nuestra culpa. No a nuestra solidaridad o un trato igualitario como se pretende, pues la solidaridad supone respeto y un acercamiento horizontal que no se propicia en estos eventos. Lo que nos muestran en cambio, es una relación vertical de un menor desvalido que requiere nuestra dádiva, de la que no sabemos si resultará una ayuda, pero que calma nuestra conciencia.

Lo más grave es que en ese proceso se somete a los niños a un estrés indescriptible, con el consentimiento de padres desinformados y desesperados que necesitan el apoyo económico. Esta no es la única forma de maltrato realizada por una buena causa.

En la niñez y adolescencia, pequeños eventos como quién ganó el juego o quienes fueron a la fiesta de cumpleaños, son vivenciados con gran intensidad. Imaginemos ahora, cómo sería vivenciada la selección del niño símbolo, la aparición ante cámaras, el hecho que lo que diga o haga ese niño impacte en el dinero recaudado por una gran institución, de la que dependen tu vida y la de tus compañeros.

Se trata además de aparecer en cámaras para ser sometidos a preguntas que constituyen detonantes de sus emociones, afectos y sentimientos dolorosos. Si sometemos a este interrogatorio a alguien con una personalidad constituida y con un asertivo manejo de emociones, esperamos que se reponga sola del impacto. Pero se trata de menores con personalidades en formación, y que aún no saben identificar y expresar correctamente sus emociones.

Si se brinda acompañamiento socio-emocional (no sabemos si lo hay), se puede amortizar el impacto negativo de este interrogatorio público. El acompañamiento y la consejería son técnicas desarrolladas para atender a personas emocionalmente sanas que enfrentan crisis o situaciones adversas inesperadas. Un evento anualmente organizado, no parece entrar en la categoría de “inesperado”. Me pregunto de nuevo, ¿es indispensable exponer a niños y niñas a ese estrés y montaña rusa de emociones? Sostengo que no.

Agrego otra pregunta y amplío el análisis, ¿qué relaciones de poder estamos construyendo o reforzando cuando se maltrata a unos para generar lástima en otros? Como lo señalara, se trata de una relación vertical, donde se refuerza una visión estereotipada del “otro” que sigue lejos y seguirá estándolo al apagar la TV, que inspira lástima y nunca admiración, que necesita una dádiva y no respeto, que me genera la necesidad de calmar mi conciencia pero sin ser yo nunca consciente de cómo ayudo a sostener la relación estructural que mantiene a ese “otro” en dicha situación. No nos acercamos, no los respetamos, no los conocemos, no los admiramos y no asumimos nuestra responsabilidad como ciudadanos y parte del estado por la desatención en que se encuentran, porque justo cuando podríamos iniciar el proceso, nos ofrecen un número de teléfono al cuál llamar para calmar nuestra conciencia por el costo de una gaseosa familiar.

Propongo que seamos más creativos y reflexivos en la elaboración de estas campañas, y en cómo las consumimos. Intentemos hacerlas sin maltratar a quienes decimos defender, y aprendiendo de manera horizontal para construir nuevas relaciones de poder y una auténtica cultura solidaria.

Comentarios