Nelly en el laberinto

Nelly Rubina es una joven huanuqueña que vino a Lima para construirse un futuro. Ella comparte sus sueños y el día a día con su hermana. Está en casa de su tía en un solar de Barrios Altos, en el Jirón Huanta. Trabaja en la tienda de su tía, a quien le da parte de sus ganancias para ahorrar. En el solar que da para el lado de la tienda de la tía de Nelly harán una pollada para reparar el desagüe que se ha salido. Nelly está a cargo de la venta de cerveza durante la actividad.

La hermana de Nelly vive en San Juan de Lurigancho con su esposo e hijos, en una casa sin agua ni desagüe, construida con ladrillos ganándole terreno al cerro a punta de picar piedras. Todo recurseo es válido en esa comunidad más cercana a Huarochirí que a Lurigancho, así que en la casa hay espacio para alquilar cochera de moto-taxis y vender gas de cocina. Para llegar a su casa es necesario viajar en moto atravesando un cementerio semi-clandestino. El cementerio es desordenado como un laberinto. Allí rige la ley de la selva: el difunto que no es visitado con frecuencia es retirado para vender el nicho a otro, como pasó con un antiguo vecino de Barrios Altos de Nelly.

La hermana de Nelly me presenta con ella, barre un poco su nicho y prende una vela junto a su nombre. Iniciamos las tres una conversación silenciosa que trata de lo que sucede ahora, de los nuevos retos, pero también de los nuevos problemas, el dinero que no alcanza, los hijos que crecen, la delincuencia, la violencia y la salud que se quebranta. Yo le pregunto a Nelly por aquél día.

La pollada ya había terminado, un niño estaba barriendo y unos cuantos borrachos cantaban con las últimas botellas. Nelly esperaba que terminaran de beber y recuperar las botellas para cuadrar la ganancia y salir con su hermana como habían quedado. Por el pasillo estrecho del solar entran gritando un grupo de hombres armados. Entre insultos ordenan a todos tirarse al suelo. Nelly trata de esconderse, pero el tiroteo la alcanza. Dispararon a matar, y luego el repase.

A la hermana de Nelly le tocó pasar encierro, interrogatorios, y reclamar el cadáver de su hermana en la morgue, y luego endeudarse para poder enterrarla en un cementerio semi-clandestino. Le tocó a la hermana y la madre estar en los prolongados juicios a Fujimori y a los Colina. No le tocó pasar la primera búsqueda de justicia, pues la tía se autoproclamó única familiar de Nelly, buscando excluir de la reparación a la confundida madre de Nelly, que no entendía lo que pasaba no por ser quechuahablante, sino porque le negaban la verdad y la participación. Estaba sola. Y es que los deudos y sobrevivientes de este caso no conforman un grupo humano unido como otros, eran vecinos con simpatías y antipatías que se agravaron tras la matanza.

Barrios Altos nos mostró en su momento el verdadero rostro del naciente fuji-montesinismo y nos negamos a verlo. Barrios Altos le costó la persecución a varios periodistas y nadie lo recuerda. Barrios Altos tiene entre sus víctimas algunas de las más absurdas como la joven Nelly, pero muchos siguen pensando que eran terroristas y los ningunean. Barrios Altos nos mostró la humanidad de sus sobrevivientes enredados en la maraña de intrigas tejidas por el gobierno. Barrios Altos nos recuerda que hay algunas victorias que son pírricas: Fujimori, Montesinos, Martin Rivas y los Colina están encarcelados, pero también los sobrevivientes están encerrados en enfrentamientos, en la estigmatización, en la pobreza y la exclusión.

Artículo publicado también por Alerta Perú:
http://alertaperu.org/publicar/articulos/1530-nelly-en-el-laberinto.html

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