“La
democracia no puede ser juzgada por las buenas o malas gestiones económicas que
de ahí surgen. Sólo nos puede garantizar que es posible cambiar un mal gobierno
por otro mejor; o también, por otro peor; pues el juego político implica
apuestas y riesgos.”
MIRES, FERNANDO. (2006). Los diez
peligros de la democracia en América Latina. Cuadernos del Cendes, 23(61),
1-38. Recuperado en 04 de agosto de 2022, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1012-25082006000100002&lng=es&tlng=es
En las cuatro últimas décadas, la mayoría de las transiciones de gobierno
han sido pacíficas, salvo tres excepciones: el auto-golpe, y las caídas de
Fujimori y de Merino. Pero incluso estos casos se lograron sin magnicidos, mientras
que las mayores matanzas se produjeron durante los gobiernos democráticos y
dictatoriales de Belaúnde, García, Fujimori y García-2.
Es curioso que hasta PPK, se había cumplido desde el 2000 una secuencia
lógica, donde quien quedaba segundo, a la siguiente ganaba la presidencia.
Si se ve como cábala, a KF le falló. Pero si lanzamos una hipótesis, en los casos de Toledo, García y Humala, los tres dedicaron el tiempo de espera a hacer un acto de constricción, cambiar su imagen y la ciudadanía les dio una segunda oportunidad cuando se presentaron. También podría lanzarse como hipótesis la fortaleza del anti-fujimorismo, pero también eran fuertes el anti-aprismo y el anti-comunismo, y pese a ello García, Humala y Castillo logran superarlo. La tercera hipótesis es el factor misógino y machista del votante peruano, que también afectó a Lourdes Flores y Verónika Mendoza en dos postulaciones consecutivas cada una.
Sin dejar de lado la hipótesis misógina, como un condimento, la principal
hipótesis es la primera. KF y el
fujimorismo del siglo 21 han demostrado que siempre pueden ser peores: tanto
desde el legislativo como en campaña, cada vez cayeron más bajo.
KF instrumentalizó el hartazgo de la ciudadanía frente a la corrupción
(otra herencia paterna) para empujar la renuncia de PPK al interponer dos
mociones de vacancia. Curiosamente, el precedente fue la vacancia contra
Fujimori, interpuesta después que él renunciara por fax. Entonces se interpretó
su huida y renuncia como “incapacidad moral”, dando una nueva connotación a este
término, interpretando lo “moral” como ético, en vez de capacidades cognitivas,
que es a lo que se refería originalmente, si se contextualiza en el tiempo.
Esta misma interpretación fue usada contra PPK, a pesar de que sus
predecesores inmediatos habían tenido acusaciones de corrupción muy parecidas,
y sangre en las manos… y matar es peor que robar.
Y he aquí la trampa que nos tendieron: Aprendimos que se podía
prescindir de un presidente con 87 votos, aunque las causas sean inéditas o con
escasas evidencias, tanto que PPK no tiene condena a más de tres años de su salida.
Lo mismo sucedió con Vizcarra, vacado no por el vacuna-gate, sino por algo
que hizo como gobernador regional.
La ciudadanía reaccionó a esta arbitrariedad de forma inédita, tal vez por
la popularidad de Vizcarra, tal vez porque fue un factor de certeza en lo peor
de la pandemia, o simplemente porque el presidente Merino erró al convocar a un
dinosaurio como Flores Araoz. O la suma de las anteriores.
Sagasti fue atacado por el fujimorismo y sus aliados anti-derechos (léase
anti-caviares), pero como su encargo era corto y solo para convocar a
elecciones, no intentaron sacarlo. Parecía que habíamos regresado a la
normalidad, donde ser oposición no es sinónimo de buscar el derrocamiento.
Como era previsible, Keiko nuevamente perdió. Esta vez no solo evitó saludar al ganador,
sino que le acusó de fraude, con el apoyo de los principales medios de
comunicación adictos a ella, así como una manada de dinosaurios tan implicados
en gobiernos corruptos y con hechos de sangre como el fujimorismo.
Esta vez la idea de sacar al presidente se instaló mucho antes de que
juramentara, y no solo se le ha investigado mucho más que a sus predecesores,
sino que se busca que cada evento se vincule a él directamente, y ya los
gabinetes no sirven como parachoques del presidente.
Veamos, el tema de los pagos por ascensos militares fue investigado en
otros gobiernos por medios independientes, pero no trascendieron. Sí trascendieron
los Petro-Audios, pero bastó con la renuncia del premier. Humala
también traicionó sus promesas y a un año de gobierno ya cargaba con 15 muertos
en protestas y políticas de criminalización. Por no mencionar el baguazo de AGP
y las muertes en protestas de Toledo con Rospigliosi de ministro.
Castillo hasta ahora ha gestionado los conflictos sociales sin sangre,
aunque ha traicionado sus promesas de campaña, al igual que Toledo y Humala.
Pero a Keiko no se le ocurrió vacar a Toledo, que fue parte del
derrocamiento de su padre, ni a Humala que la venció en su primera postulación.
Tampoco se generó un sentido común ciudadano a favor de deshacerse de ninguno
de los anteriores presidentes, ni siquiera con PPK y Vizcarra era un sentido
común, solo fue algo que se dejó pasar con PPK porque tenía el carisma de una tapia,
y el indulto a Fujimori le hizo perder el apoyo antifujimorista que lo llevó a
la presidencia. De Vizcarra ya se habló.
Hoy sí es un sentido común acabar con el mandato de Castillo, tanto de su
oposición de siempre como de sus votantes en segunda vuelta. La diferencia
entre ambos grupos es si la vacancia o elecciones generales, y quien debe
conducir la transición. Sus únicos defensores públicos son co-gobierno.
La crítica democrática, la oposición tolerando los ciclos de gobierno
parecen extintos, y quienes gritan vacancia, hasta hoy no son
capaces de implementarlas.
Mi hipótesis, es que esto no solo se debe a los presuntos delitos de corrupción, ni tampoco a la campaña sin tregua contra el gobierno, sino
especialmente a un desgaste de nuestro sistema democrático.
La solución a este desgaste pasa por el cambio constitucional del diseño
político, incluyendo un impeachment y clarificando la figura de la vacancia, la
bicameralidad ayudaría poco o nada. Superar este desgaste implica el recambio
de la clase política y mecanismos de vigilancia autónomos y fortalecidos.
Estos aspectos, que garantizarían no
caer en un gobierno peor, no son materia de debate público hoy, menos en los
medios.
No solo en nuestro país existe esta crisis del sistema democrático, pero la
combinación con la anti-campaña y la ineptitud y corrupción del presidente crean la tormenta
perfecta.
Este es un gobierno desastroso, pero apretar el botón nuclear no es
proporcional, y si a un gobierno con piloto automático se le quiere exterminar,
¿qué pasará si ocurren hechos de sangre en un futuro gobierno? Ya no habrá
medidas que adoptar, agotamos las “balas”, el peligro, es que puede llevarnos como país a emprender una escalada de
poder y violencia.
No, no eres tú Pedro, somos nosotros quienes hemos llevado al límite al
sistema democrático, y por eso tantas personas quieren que te vayas.
Si vamos a pedirle el “divorcio” al presidente, primero debiéramos trabajar
en nuestros temas no resueltos, o como en todo “mal divorcio” quienes pagarán
los platos rotos son los hijos, nuestras infancias, presente y futuro.
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